Cada día, tanto en cadenas
televisivas, como en cadenas radiofónicas, se está
extendiendo más eso de las tertulias sobre temas o asuntos
puntuales que son abordados, sin pudor alguno, por muchos de
esos contertulios de “barra de bar” y que, de la noche a la
mañana, se quieren hacer un nombre de tertulianos de postín.
Y así nos va, porque en muchas de esas tertulias, a nivel
nacional y, no digamos, a nivel local, se están haciendo, se
vienen haciendo demasiadas conjeturas, sin que se den
verdaderas certezas o conclusiones irrefutables.
Las últimas semanas se ha puesto, como punto básico de la
mayor parte de las tertulias, en la radio y en la
televisión, todo lo relacionado con la crisis del ébola,
cuando hace tres meses el 99% de los que intervienen en esas
tertulias no sabían qué era el ébola, no habían oído esa
palabra y a donde podía llegar.
Y es que el verano, que nos deja sin tanto “cotilleo”
tertuliano, aportó la llegada, digamos que en fase terminal,
de un misionero, uno de tantos que ha sacrificado su vida
para irse a un territorio donde “hacía más falta que aquí”.
La traída de ese misionero, que murió a los tres días de
llegar a España, no desató la oleada de polémicas, en aquel
momento, porque, primero se dio en verano y, además, porque,
automáticamente, no hubo ningún tipo de contagio. Esa
llegada pasó casi desapercibida para el gran público y las
redes sociales no tuvieron el caldo de cultivo que ha traído
la siguiente repatriación, con muerte también, a los pocos
días de llegar y con contagio directo y sus repercusiones.
Lo de las redes sociales, cada día más, es de “aurora
boreal”, porque los mismos que ahora achacan o atacan al
Gobierno por haber traído a este segundo misionero con ese
virus tan maligno y contagioso, lo hubieran atacado si se le
hubiera dejado en ese país africano, sin repatriarlo a
España.
Está muy claro, el Gobierno estaba “cogido” hiciera lo que
hiciera, con una situación que el propio Gobierno no había
propiciado.
Pero dejando de lado el populismo y yendo directamente “al
grano”, lo realmente cierto es que, desde los responsables
gubernamentales de la Salud Pública se ha transmitido a la
ciudadanía un relato que nadie ha entendido, o que nadie
quiso entender, por la falta de claridad.
Hubo conjeturas, no certezas y faltó una voz autorizada que
hablara de algo que supiera, que hablara desde el
conocimiento de lo que es el ébola y su situación hoy, aquí
y fuera de aquí.
En esto se falló y se falló porque en vez de esa voz
autorizada científicamente, lo que corrió fue de boca en
boca, terminando en tertulias de barra de bar o en cotilleos
de peluquerías o en sala de espera en una consulta médica,
sin hablar con el médico.
Con todo esto, lo que se está transmitiendo y se va a seguir
transmitiendo es un miedo feroz ante un peligro que no
parece tan cercano como algunos medios vienen
transmitiéndonos, con lo que nos estamos encontrando ya que
ese miedo que se nos viene inculcando puede acarrear más
peligro que el propio virus del ébola.
Y aunque parezca un contrasentido, este miedo que se viene
transmitiendo hace que, desde fuera, se empiece a dudar de
la Sanidad Española que es, o era, de lo mejor del mundo, y
no están faltando medios de comunicación europeos que nos
empiezan a ver como “los tontos de la película”, por no
haber sabido hacer las cosas como es debido.
A eso somos capaces de llegar, por no analizar las
situaciones y quedarnos siempre en el simple cotilleo de las
tertulias.
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