Los últimos días en los que la lluvia ha sido la
protagonista han dejado huella en los pantanos ceutíes, que
han visto como se incrementaba su nivel hasta quedar casi
completo.
Aunque el abastecimiento de agua para el consumo humano está
garantizada con la desaladora, las primeras lluvias de otoño
refuerzan las provisiones de agua dulce en la ciudad. Y es
que, de los pantanos del Infierno y el Renegado, sale gran
parte de líquido que se consume después en los hogares
ceutíes.
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