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                     En mi tribuna del domingo 17 de 
					agosto, titulada “El virus del ébola no tienen antídoto, la 
					política sí”, escribí inicialmente lo siguiente: “Me 
					encuentro un poco preocupado y perplejo, con motivo del 
					brote o rebrote del virus del ébola por distintos países 
					africanos. Motivándose todo el asunto del traslado desde 
					Liberia a España, y el posterior fallecimiento del cura 
					español, Miguel Pajares, infectado con ese virus. No 
					habiendo estado la ministra de Sanidad, Ana Mato, a la 
					altura de tan graves circunstancias, porque prosiguió de 
					vacaciones sin inmutarse. Dando la cara, por fin, en el 
					funeral del fallecido párroco. Mintiendo ella y el consejero 
					de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, 
					sobre las medidas preventivas adoptadas para proteger al 
					personal facultativo que estuvo en contacto directo con los 
					dos religiosos infectados… No extrañándome, lo más mínimo, 
					que ciertas autoridades sanitarias del PP mientan. Al 
					anunciar a bombo y platillos, en este caso, que se les hizo 
					los reconocimientos médicos oportunos al personal 
					facultativo. Cuando lo más cierto fue que, los mismos 
					brillaron por su ausencia. Provocando cierto malestar en los 
					profesionales que estuvieron en contacto con el 
					fallecido...”. 
					 
					El tiempo transcurrido, desde el 17 de agosto hasta las 
					18,50 horas, del viernes 10 de octubre, que es cuando remito 
					esta tribuna para su publicación en el diario El Pueblo de 
					Ceuta. Me ha dado la razón de lo que expuse en mi tribuna 
					citada inicialmente. Y más aún, tras el fallecimiento en el 
					Hospital Carlos III, cuatro días después de ser repatriado, 
					el 21 de septiembre pasado, el segundo misionero español 
					contagiado por ébola, Manuel García Viejo.  
					 
					Lamentablemente, como el virus del ébola se transmite al 
					parecer por un simple contacto. La auxiliar de enfermería, 
					Teresa Romero, que fue una de las profesionales sanitarias 
					que atendió en el Carlos III a García Viejo. Se convirtió el 
					pasado domingo, 5 de octubre, en la primera ciudadana 
					europea en contraer ébola, al dar positivo en las pruebas 
					que le realizaron en el Hospital de Alcorcón, tras sufrir 
					una odisea de aquí para allá con un proceso febril...  
					 
					A partir de ahí saltaron todas las alarmas, y presuntamente 
					la aislaron del resto de los enfermos con un biombo…, 
					durante la media docena de horas que permaneció en ese 
					centro médico, hasta que fue trasladada al Carlos III en una 
					ambulancia convencional, sin estar preparada adecuadamente 
					para evitar contagiar al equipo médico de la misma y a los 
					del centro... Con el agravante, además, según salió 
					publicado, que la ambulancia continuó realizando otros 
					servicios de traslados de enfermos.  
					 
					Hubo una total descoordinación, desde ese momento y en días 
					posteriores, en las declaraciones o ruedas de prensa 
					improvisadas por parte de dirigentes de distintos sectores 
					médicos. Sin que el ministerio de Sanidad español tomara, 
					desde el primer momento, las riendas dirigiendo los 
					dispositivos… protocolarios previstos. Demostrando, de 
					nuevo, la ministra de Sanidad, Ana Mato, en su comparecencia 
					ante los medios, lo escasita que está sobre la materia que 
					dirige. Creando más incertidumbres, por su obtusidad, al 
					exteriorizar que no existía un protocolo adecuado, sino 
					presuntamente uno chapucero. Como consecuencia, de su 
					ineptitud y, la de otros dirigentes políticos del PP que 
					propiciaron, meses atrás, la parafernalia sufrida en muchos 
					hospitales públicos, especialmente en los madrileños, con 
					los recortes, el desmantelamiento y el intento de 
					privatizarlos...  
					 
					Tras conocerse la noticia a través de la prensa del contagio 
					de la auxiliar de enfermería. Hubo reacciones de todo tipo, 
					con profesionales sanitarios manifestándose a las puertas de 
					hospitales, pidiendo la dimisión de la ministra... 
					Oponiéndose el personal de limpieza de Alcorcón a la 
					desinfección del hospital por falta de medios... Denunciando 
					el esposo de la auxiliar, que también se encontraba aislado 
					en el Carlos III, que querían sacrificar a su perro. 
					Ejecución que se produjo ante las protestas de manifestantes 
					en defensa de la vida del animal. Formándose un gran revuelo 
					entre el vecindario de la contagiada, porque, además, nadie 
					ordenó la desinfección inmediata del edificio, haciéndose 72 
					horas después... Siendo bochornoso, el nuevo mal ejemplo 
					dado por la Marca España del PP. E indignante lo del 
					consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier 
					Rodríguez, acusando a la auxiliar contagiada de 
					negligencia... En una campaña propia de barrigas políticas 
					agradecidas para salvar su poltrona. Porque en el caso del 
					Prestige, no hubo responsabilidades políticas, siendo 
					condenado el capitán del barco. Y en el accidente 
					ferroviario de Santiago, presuntamente le ocurrirá igual al 
					maquinista del tren. Lavándose los políticos las manos, como 
					Pilato, en estos y en otros casos. 
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