Buenos días, Ceuta.
Empiezo la semana con un palo más en mi ya abollada testa.
Han despedido a mi mujer del trabajo estando de baja por
accidente laboral, cosa brutal y canalla gracias a la
Reforma Laboral que les ofrece estas prerrogativas a los
empresarios.
No hay quién la consuele, por haber perdido su rincón de
libertad que la hacía vivir la vida de manera agradable con
sus compras, sus tardes con las amigas en el café, etc.
Quiero hacer un canto a la libertad de las mujeres que
tienen todo el derecho del mundo a ella. Pero no se cantar
por lo que al menos haré uso de la palabra escrita.
Sigue retumbando en mi cabeza la actitud de ese empresario y
también las injusticias que veo diariamente en el trato
hacia las mujeres.
No me sorprende lo que ocurre en tierras dominadas por el
islamismo, por el sentido fundamental de entender la
religión musulmana en referencia a las mujeres, por cuanto
la última noticia que he recibido es la detención de una
mujer, en Irán, por intentar ver un partido de béisbol
masculino.
Alá, Alá… ¿por qué eres así?, perdón, no quería escribir
esto pero lo escribo. Ya sé que no es Alá el que impone esas
absurdas reglas machistas que marginan totalmente a las
mujeres. Esas reglas las imponen los mismos hombres que
propagan ser la voz de Alá.
A todo ello, aconsejaría a las mujeres europeas con ideas de
entrar en el mundo islámico que no lo hagan, que no va a ser
un camino de rosas. Bueno puede serlo pero sin rosas y con
muchísimas espinas. No creáis, jamás, que es una religión de
paz y tolerancia, es todo lo contrario, lo más parecido que
teníamos es la Inquisición y eso ya es de años luz atrás.
Más no puedo decir.
Lo que no entiendo es el miedo, real como la vida misma, que
tienen los mandamases europeos frente al Islam. El único
miedo, real como la vida misma, es que les corten los
suministros de petróleo y nada más. Que nos maten se lo
pasan por los huevos.
Tampoco entiendo la demasiada bondad y tolerancia, por parte
de los países europeos, hacia los musulmanes.
Hace unos años que realicé un viaje a uno de los países
ubicados fuera del extremo Este de África y nada más bajar
del avión me exigieron, en la sección de control de
pasaportes, que me quitara la cruz que llevaba en una cadena
colgada al cuello y no mostrara ningún signo de mi religión
durante mi estancia…
Aquí, en nuestro país no sólo le imponemos nada, sino que
acatamos sus exigencias religiosas y sociales sin chistar…
¿por qué?, díganmelo Vds.
No tengo absolutamente nada contra el Islam, lo soporto como
soporto a la Iglesia Católica… pero estoy harto de las
enormes injusticias que sucedieron ayer, suceden hoy y
sucederá mañana y siempre. Tanto de uno como de la otra,
aunque el Islam haga correr la sangre de manera tan
frecuente, cotidiana vamos.
Ya me estáis diciendo que no generalice, que no todos los
musulmanes son así… ¿es que no respetan siquiera mi opinión
personal?, no, no la respetan, es más, me amenazan y no
precisamente con rosas acopladas en ramilletes de espinas.
¡Me amenazan en mi propio territorio!, ya os vale.
En todo caso… ¿Dónde podríamos hallar la igualdad en el
Islam?, díganmelo Vds., ya que no existe reciprocidad en lo
que atañe a la libertad religiosa y otros derechos.
Los regímenes teocráticos no son para tomárselo a broma ya.
Si son capaces de encarcelar a una mujer que tiene interés
en ver desde la grada un deporte masculino… ¿Qué pasaría si
la sorprenden viendo una película porno?, me lo imagino.
¿Por qué tantas diferencias, en derechos, entre los seres
humanos? Porque uno tenga un nabo y la otra tenga una raja
¿marca la pauta?, pero no solo es el Islam, también es la
Iglesia Católica por la de derechos que les niegan a las
mujeres, si no ¿Cuál es la denominación femenina de Obispo?
Ya hace tiempo que estoy condenado al infierno y la verdad
me importa un pimiento asado, por eso de estar asado en el
Infierno por la eternidad, así que señores padres de esa
Iglesia, no se molesten en hacer esa cosa llamada
excomunión. Yo no pedí hacer la comunión, me la impusieron.
En fin, la vida sigue y yo también con una fe tan
inquebrantable de no creer.
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