La educación es un asunto que
preocupa y mucho no solamente en Ceuta, sino en cualquier
parte de la geografía española. Pero quizá aquí, por las
peculiaridades de la metrópoli, por esa multiculturalidad de
la que tanto se presume y que nada más se da en otro rincón
de este país, hace que la atención tenga que ser distinta.
Son muchos los análisis y los diagnósticos que se han hecho
y todos confluyen en lo mismo, en destacar una serie de
carencias que provocan que la cosa no marche como debiera y
eso se comprueba cuando se hace un dictamen sobre la
educación y todo lo relativo a ella.
Eso está bien y, además, es necesario, porque a través de un
buen dictamen, como ahora ha sucedido, se ponen encima de la
mesa los problemas y las carencias. Pero es que en Ceuta
todo se queda en eso, en diagnóstico. Y la pregunta se hace
obligada y necesaria ¿Para cuándo las soluciones?
Estas tardan demasiado tiempo en llegar y no hay más que
remitirse a la realidad, el Consejo Escolar del Estado
ratifica, a través de un informe, que existen problemas y
que, además, son graves. Una ciudad en la que la tasa de
fracaso escolar es altísima, en la que sus gobernantes no
cesan de ponerse en su boca que el gran obstáculo para
incorporar a muchos desempleados es la falta de formación,
debería de contar con unas soluciones de inmediato. ¿Pero es
que no hay quién se dé cuenta de lo grave de la situación y
de las afirmaciones que se hacen? Ya basta de diagnóstico,
ahora es el tiempo de las soluciones
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