Traigo en mente matices de instrumentos musicales y mi cante
hondo de letras para que elijas el son con que acompañar mi
pluma, párame, no me sueltes, vengo como un péndulo en el
aire. Como una mano que apretara mi garganta se me enreda la
emoción ante la Musa, como un gran nudo y por primera vez,
traigo para vestirlos de limpio ante ella, mis pensamientos
desnudos. Por fin ahí tu cabello reposado en la montaña, tu
pecho de mujer erguido al cielo guardando la mirada para la
luna y las luces que enciende el techo de la noche para ti.
En este demasiado quehacer he pospuesto esta visita
guardando esta marea de sentimientos que sabía me
invadirían, poniéndose en pie los sentidos y, perdida pero
dichosa, aquí me tienes Yebel Musa, extrae de mi la
nostalgia de mi misma y este amor quizá invasor, pero
ejemplar. Tú, que puedes percibir como la lluvia llena tus
vacíos y el sol actúa como un sacabocados, -entendiendo que
a veces-, el alma se queda atrás cuando se habla con el
corazón en la mano y dejamos un hueco en su lugar. Sombras
de atardecer asomaban a la mirada y las fragancias se
debatían volando ante el lirismo de la Musa. Un
desbordamiento de sensaciones retenidas en tu abrazo de
caracola me envuelven en Piedra caliza, en esta soledad de a
dos tan necesaria. Vuelan los efluvios y la felicidad, -tan
cercanos los dos, que asustan- y el viento, en su cita
pasajera con la sabia naturaleza, se mezcla con nuestra
alegría a flor de piel y estremece nuestros corazones
asombrados ante tanta magnitud. ¡Ni un tenue roce de
ignominia estropearía este entorno de acurruco!.
El añil del cielo te obsequia, merecidamente, con una gran
fragancia de tonalidades. Aquí donde el tiempo transcurre
sin ruido, sin prisa, mientras el alma se acostumbra a este
nuevo estado de sensibilidad, preparo fantasías en común
forjadas, barajo recuerdos sin encontrar nada comparativo y
es que este silencio repercute en mi corazón como latido de
derbake rebosando en mí, chinchines de energía jamás
utilizada.
Resbalo mi mirada sobre la Musa y en ese azul marinero que
le baña los pies, la noche se deja caer como una red mágica,
escuchando tus susurros predilectos en mí se graban las
palabras, “Todo lo natural es inofensivo si hay aceptación”.
Llego hasta ti con aromas de naranjas y el almíbar de
almendrados para tu ayuno, llego vestida de abril con una
flor de amor en el pelo, - Piedra caliza-, con una sonrisa y
una pena para que acaricies mis letras, hace tanto ruido tu
tristeza como esta duda feroz que llevo colgada de las
pestañas en busca de un alivio y, que pretendo llevarme
limpia y serena para que despierte sin zarandeos los sueños
que cuelgan del filo de mi colchón. Me reconozco en tu
pecho, en tu mirada triste, en tu muda voz cuando la
depositas en las nubes que te amparan y, mi corazón-
autónomo- salpicando el silencio tic taquea en demasía al
golpe de tus palabras.
Puedo percibir como el crepúsculo te encaja como marco de
retrato,- tan sólo una gaviota desplazada vuela sin pudor- y
vivo la exquisitez del momento con lápiz en mano y la voz
mate y profunda al pronunciar, “Cuanta belleza suelta”. Y en
este anochecer de límite a límite de tu cuerpo, se llena de
luz el techo nocturno de La Perla del Mediterráneo,
preparando un cálido final a este encuentro, me llevo tus
palabras salidas de los cráteres de tu efigie grabadas en mi
piel… ¡“Tienes su amor posado en ti como un pajarito,
siempre en aptitud de vuelo”!. Decae la luz fuerte y tierna
sobre La Perla, se pueden oler los tonos que colorean cielo
tierra y mar, la Musa enciende estrellas a mi paso en la
bajada, mientras a espalda de mi alma, las Murallas Reales y
su bandera evocan un tiempo atrás y mi libertad, sin guantes
que la cubra, vuela sobre Ceuta y su maravilloso duende.
Quisiera dejar reclinado en tu pecho mi libro de poemas para
tu entresueño y un té de hierbabuena y canela. La causalidad
es lo que me trae hasta ti Yebel.... -Patrimonio del alma- y
este quedarnos frente a frente la una de la otra era
inevitable. El corazón con un escalofrío, ya posicionado en
mi garganta, pretende posarse en tu seno en busca de una
mecida nana y un abrazo de franela.
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