Buenos días, Ceuta.
La ubicación de mi casa es formidable, con todo el
Mediterráneo visible desde el frontal de la terraza y la
pequeña, corta y extendida loma de los Cerros del Águila
visible desde el lateral de la misma terraza, que cubre tres
fachadas.
Con esta ubicación tengo asegurado el sol todo el día,
excepto cuando está nublado ¡claro!, y me paso mis buenas
horas recorriendo sus buenos treinta y cinco metros de
longitud en tantas idas y vueltas que pierdo la cuenta de
los kilómetros que habré recorrido al cabo del día.
Esto es nuevo, bueno nuevo de hace un año y pico, para mí.
Tan nuevo como la vieja aspiración de que el país entre en
una auténtica dinámica democrática, cosa que ahora pretende
presumir los políticos de derechas y de izquierdas,
políticos clasificados en la casta no los de partidos
pequeños. Como bien dice el burgalés Luis Tudanca: “Quién no
entienda que llega un tiempo nuevo a la política no ha
aprendido nada”, representa una explosión retardada de este
político socialista que emerge con fuerza con el objetivo de
convertirse en líder de su partido en Castilla y León.
Se nota que le gusta las peleas, digo los retos, habida
cuenta que su partido ha estado dos años en plena batalla
interna, principalmente con dos de sus cabezas de serie,
Julio Villarrubia y Óscar López, brutalmente enfrentados que
han llevado al PSOE de esa Comunidad a un fuerte desangrado.
Estas actitudes de los políticos no son nuevas. Tienen
siempre al enemigo en casa, tanto en el PSOE como en el PP.
Esta explosión retardada puede significar un punto de
reflexión para todos los socialistas. Principalmente por la
posición de su nuevo secretario Pedro Sánchez con su
disposición a darle batalla a Podemos en vez de enfrentarse
con su verdadero enemigo político: el PP.
No me extraña esa posición del actual secretario del PSOE al
ser un hombre que viene de la banca, del reino de los
capitalistas, y que difícilmente puedo aceptar que sea de
izquierdas aunque aparente serlo por sus maneras y su forma
de hacer las declaraciones. En el fondo no me fío.
Como nunca me fié del PP, con sus declaraciones de ser el
motor de la recuperación democrática del país. Diría, y lo
digo, que lo que han hecho la gente del PP es retrotraernos
a la época pre-constitucional. Tan claro está demostrado
gracias a los comentarios de peperos, en Twiter y otras
páginas web, que incitan a la violencia contra las
pretensiones de los catalanes y su consulta. Sobre todo esas
odiosas comparaciones, como la del pepero sabadellense,
Esteban Gesa, de la V independentista de la Diada con el
nazismo. Cosas que infringen claramente el Código Penal,
quieran que no. He insistido y seguiré insistiendo en que me
aclaren en qué artículo de nuestra Constitución prohíben las
consultas. No digo referéndum, que quede claro.
Si realmente existiera ese artículo que prohibiera las
consultas, entonces tendrían que prohibir las encuestas
públicas, que son llanamente consultas, como las de
intención de voto.
Estoy realmente a favor de las consultas democráticas y un
debate del ‘sí’ o del ‘no’ es necesario para sentar las
cosas.
No entiendo la postura del Gobierno en negar esa consulta,
repito que no es un referéndum para la independencia, si no
es que tiene un inconmensurable miedo a saber la verdad.
Una cosa es que se permita la consulta, sin más
vinculaciones con la labor política que una simple
satisfacción de todo un pueblo, y otra cosa es que se
permita un referéndum para la independencia, que no es el
caso, por cuanto la Constitución lo deja bien claro (creo
que se hizo ese artículo en que el rey es el único que tiene
potestad para convocar un referéndum, a petición del
presidente del Gobierno, con vistas a un posible revolcón
institucional y que el pueblo se decida por una república)
y, de momento, esa no es la intención de Artur Mas. Más
adelante, ¡chi lo sá!
Para mí es el miedo, el pánico que tienen los peperos por el
resultado de esa consulta. Los pondrían en evidencia al
haberse negado todo el tiempo.
En fin, la vida sigue y yo también, confiando en que
nuestros políticos tengan más apertura.
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