Mercedes Moya Escudero es Directora del Master propio en
Derecho de Extranjería de la Universidad de Granada y ha
sido la ponente estrella del curso de verano de esta
universidad en Ceuta sobre Extranjería e Inmigración. En la
jornada de ayer habló a los estudiantes sobre los casos que
aborda el Derecho Internacional, pero antes recibió a EL
PUEBLO en una entrevista en la que habló sobre los derechos
de los extranjeros cuando traspasan la frontera de forma
ilegal, pero también señaló que son muchos los inmigrantes
que terminan siendo repatriados. Y es que, conseguir un
permiso de trabajo y, más tarde, la nacionalidad, es un
camino lleno de obstáculos que muchos son incapaces de
salvar.
Inmigración en Ceuta se ha convertido en sinónimo de
subsahariano que llega en patera o salta la frontera en
busca de la promesa de vida europea, pero la inmigración es
mucho más. El inmigrante también es aquel profesional
altamente cualificado que llega a España para trabajar, los
estudiantes de otros países que abundan en las
universidades, los residentes de larga duración que proceden
de otros estados europeos como Inglaterra o los que llegan a
través de una avión y dejan caducar su visado de turista, y
así lo recalca la doctora Mercedes Moya, del departamento de
Derecho Internacional Privado de la Universidad de Granada,
que ayer inauguró el curso de verano sobre Inmigración y
Extranjería que se imparte en el Campus Universitario.
Esta ponente excepcional, que a su espalda cuenta con 38
años de experiencia docente, habló ayer a los alumnos sobre
los aspectos de la inmigración que pasan más desapercibidos
como las inversiones de extranjeros en España, las
adopciones internacionales o los secuestros de menores por
parte de uno de los progenitores. Horas antes, Mercedes Moya
recibió a EL PUEBLO en el Hotel Tryp, para una entrevista en
la que, nada más empezar, esta doctora señalaba que no le
gusta la palabra inmigrante por su sentido “despectivo”. “Al
hablar de inmigrante se relaciona con una persona negra o
subsahariano, que es otro término despectivo porque
demuestra que no nos preocupamos por saber los países que
hay en África”, explicaba Moya para señalar que prefiere
hablar de extranjero.
Un periplo con pocas garantías
Los derechos que tienen los extranjeros cuando traspasan las
fronteras de España de forma ilegal no son muchos y no
incluyen el derecho a trabajar ni a residir en el país, pero
aún así Moya explicaba que la ley de Extranjería española es
“la más generosa de toda Europa”. “Hemos tenido la
capacidad, que muchos critican, de reconocer derechos
fundamentales como la educación o la sanidad a personas que
no tienen su documentación”, recordaba para advertir que son
muchos los extranjeros irregulares que son repatriados. Y es
que, no todo es cruzar la frontera. “Cuando los vemos en
televisión están muy contentos, piensan que les arreglarán
la vida, pero si se averigua de que país proceden, se les
repatría”, explicaba. No obstante, para los que no vuelven a
su país, el camino tampoco es fácil.
Conseguir un permiso de trabajo requiere llevar, al menos,
tres años en España y poder demostrarlo. Además, el
solicitante tiene que presentar un contrato, como mínimo, de
un año y no tener antecedentes penales. Si cumple los
requisitos se le concede una autorización de residencia por
circunstancias excepcionales por razones de arraigo social.
“Todo un periplo para tener la hipotética opción de
trabajar”, contaba ayer Moya. La residencia, es otra odisea.
Para poder solicitarla, se necesita diez años de residencia
legal en España si se trata de un ciudadano marroquí, dos si
se trata de un iberoamericano, pero diez años de residencia
legal desde el primer día que tiene documentación, más un
año para que le concedan la nacionalidad. En total, catorce
años para poder legalizar una situación. “Cuando explico
esto, termino diciendo a las personas que me escuchan que se
fijen en la diferencia del concepto que tienen, al periplo
tan largo para obtener la residencia en el que, a los
extranjeros, como están en situación irregular, se les puede
expulsar del territorio”. ¿Y por qué no se les expulsa
durante ese tiempo? ¿Hay un control efectivo sobre los
extranjeros que están en España de forma irregular? Las
referencias que le llegan a Moya y que ella trasladaba ayer
es que sí se tiene cierto control sobre los inmigrantes que,
a veces, se complica porque se van moviendo dentro del
territorio español.
Por otro lado, Moya también quiso derribar el mito de que
quien nace en territorio español es español. No es así y
esta doctora explicaba que el niño se nacionaliza como
ciudadano del país de origen de su madre. Si esta no da a
conocer su nacionalidad, el nacimiento se anota en el
Registro Civil, pero el bebé está en situación irregular, al
igual que su progenitora.
Estas situaciones de ilegalidad también dan pie al pillaje y
es campo de cultivo para los estafadores. Así, Moya
compartía casos como el de un hombre que llegó hasta ella
para consultarle sobre su situación. “Me dijo que tenía
papeles, que se lo había dicho su abogado, y lo que tenía
era una orden de expulsión”, contaba para advertir que en
este mundo se dan contratos falsos por los que se cobran
hasta mil euros, que luego no sirven de nada, o engaños a
empresarios. “Hay mucho movimiento porque en la pobreza
siempre hay enriquecimiento de otros”, recordaba Moya para
reconocer que la inmigración irregular es un tema que le
apasiona, pero que en el derecho internacional también se
abarcan muchos otros tipos de casos como los matrimonios que
se registran en un país y no tienen validez en otro, la
homologación de títulos para poder ejercer una profesión o
el comercio exterior. Y es que, cada estado es un mundo, y
cuando confluyen dos, siempre hay choques que, desde el
Derecho Internacional, se intentan solucionar. La
inmigración, es uno de ellos, y uno de los grandes retos.
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