Los artículos 20 y 21 de la
Constitución reconocen y protegen los derechos : “A expresar
y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones
mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio… así
como a la reunión pacífica en lugares de tránsito público y
a manifestaciones…”
Gracias al ordenamiento constitucional, aprobado por todos
los ciudadanos españoles en 1978, en Cataluña se ha podido
celebrar la Diada y los ciudadanos catalanes han podido
ejercer su derecho con una manifestación en Barcelona, donde
centenares de miles de personas se han pronunciado a favor
de la independencia; así como una concentración en
Tarragona, donde de un modo más plural se han manifestado
también a favor de Cataluña y contra la independencia.
En ambos casos se ha ejercido un derecho constitucional.
Ante lo sucedido se han producido también diversas
reacciones por los principales responsables de las
instituciones. El Sr. Mas como máximo representante de la
Generalitat vuelve a reiterar su determinación para que se
ejerza, según su opinión, el derecho al voto para el día
nueve de noviembre. La Sra. Vicepresidenta del Gobierno
expresa que respeta a los manifestantes y que se debe
cumplir la ley, tanto por la Generalitat como por el
Gobierno de España, algo ante lo que no hay nada que
objetar.
Como siempre sucede cuando se plantea este tema, suelen
repetirse los mismos esquemas. Constatándose la indudable
defensa de la unidad de España, tanto por el Gobierno como
por el Partido Socialista, como principal partido de la
oposición. Ahora bien, coincidir en la unidad de nuestro
país, no es óbice, para que se aprecien matices importantes
para una solución más o menos integradora. El Gobierno
muestra la defensa de una Constitución más inmovilista,
mientras el PSOE valora la posibilidad de reformar la
Constitución para conseguir un mayor grado de acercamiento a
los problemas de Cataluña.
Mientras, Artur Mas, Presidente de la Generalitat, para no
apartarse de sus socios en la defensa de su postura
independentista, lo único que consigue y fomenta es la
división. Tanto él como las organizaciones políticas
independentistas, solo defienden su postura enfrentándose a
la integración de todos los catalanes. Están en contra de
aceptar que un ciudadano se pueda sentir catalán y español.
Sin embargo, considero que la posición inmovilista del
Gobierno no aporta soluciones para que las posiciones se
acerquen y se entre en una vía de diálogo, que sin
cuestionar la unidad de España impida que los planteamientos
se radicalicen.
Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE, viene
pronunciándose sobre este tema, realizando gestiones en
Cataluña y tratando de contribuir a una salida
satisfactoria. Entre sus manifestaciones destacaría las
siguientes: “No apoyamos la consulta, no somos
equidistantes…Ni inmovilismo, ni independentismo: Reforma
Constitucional que no renuncia a la igualdad. Un modelo
federal donde todos se sientan cómodos. Delimitación clara
de las competencias del Estado, Comunidades y Municipios. El
Senado como Cámara territorial. Blindar el Estado de
bienestar, favoreciendo la convivencia con todas las
Comunidades…Estamos lejos del independentismo y del silencio
de Rajoy…Los problemas vamos a poder resolverlos juntos…Se
tiene que abrir un espacio de centralidad, que abra la
puerta a la esperanza, construir puentes. Para eso y la
defensa de la unidad el PSOE estará al lado del Gobierno…”
Artur Mas hacía alusión el otro día al pulso de Cataluña.
Está bien su precisión de no pretender echar un pulso, pero
en democracia las leyes tenemos que respetarlas todos, es la
diferencia con otro tipo de regímenes. Todo el respeto a los
manifestantes de la V, por supuesto también a la
concentración de Tarragona, pero también existe una mayoría
silenciosa en Cataluña, que aunque no se ha manifestado
tiene derecho a ser reconocida, de igual modo que el resto
de los ciudadanos y ciudadanas del resto del Estado, que
también tienen derecho a pronunciarse sobre si están de
acuerdo o no en que una Comunidad deje de formar parte de la
integridad territorial. El pulso de Cataluña está bien, el
pulso de España está bien, porque vivimos en un régimen de
libertades, con la legalidad constitucional que ampara los
derechos de todos los españoles sin excepción,
independientemente de su lugar de residencia o nacimiento.
Comenzaba este artículo citando la Constitución, lo voy a
terminar volviendo a hacer referencia a nuestra Carta Magna,
que en su artículo 2 manifiesta: “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española,
patria común e indivisible de todos los españoles, y
reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las
Nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad
entre todas ellas”
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