A tener como día festivo el día
grande de la Ciudad, el Día de Ceuta, es nuestra ciudad. Por
algo será, me decían días pasados, a muchos kilómetros de
aquí, en tierras castellanas. Y eso es cierto, porque ese
algo es tener contentos a los miembros de una determinada
cultura, sólo a esos, en tanto que se priva a los demás de
aquello que, en teoría, debería pertenecerlos.
Y ya es curiosos, por no decir lamentable, que los
habitantes de Navaluenga (Av.), Ciudad Rodrigo (Sa.), Los
Molinos (M.) y cientos y cientos de poblaciones grandes y
más pequeñas, a lo largo de toda la geografía española,
puedan disfrutar como festivo del día de su comunidad
autonómica y Ceuta, la única excepción, no celebre oficial y
festivamente el día de la suya.
No digo que aquí seamos “especiales”, porque ese adjetivo
corresponde a otros que no están lejos de aquí, pero al otro
lado del estrecho, ahora bien, lo que sí tengo que decir es
que con una mayoría absoluta aplastante, en esto, se ha
cedido, cuando esa misma mayoría no hace ceder en otras
cosas que serían de más calado.
Sea como sea, incluso con carteles que se ven desde todas
las partes, antes de llegar a Ceuta, en los calendarios del
futuro, salvo que se cambie de opinión, el Día de la Ciudad
de Ceuta podrá aparecer para la oficialidad, para los
niveles institucionales, pero no como festividad laboral
aquí.
Creo que con este cambio la Ciudad de Ceuta ha contraído una
deuda importante con la comunidad hindú o con la comunidad
hebrea que, aun siendo menos numerosas que las comunidades
musulmana y cristiana, también tiene sus fiestas, sus
costumbres y su forma de actuar, en festivo o laborable.
¡Ah!, y que nadie diga, en ningún otro terreno, que se nos
menosprecia o que no se nos quiere, porque eso sería falso y
porque la auténtica realidad es que ha sido desde dentro, no
sé por qué, y no desde fuera, desde donde se llevan a cabo
toda esa serie de cambios que no hacen más que presentar una
propaganda barata, en busca de unos posibles votos, si es
que llegan, de la comunidad que más votantes tenga.
Ahora bien, puestos a cambiar y puestos a dejar de lado todo
lo que debiera representar una festividad como tendría que
ser el 2 de septiembre, Día de Ceuta, me parece que es un
gran contrasentido que el mercado, por ejemplo, tenga que
estar abierto, o que tengan que estar abiertas las
administraciones de lotería, pongamos por caso, pero que
luego los “festejos” para condecoraciones o merecimientos
sean sólo para una parte, no para toda la población.
Es una opinión, en este caso la mía, que no tiene que ser
compartida por otros y que no la compartirán, desde luego,
los máximos representantes del Ayuntamiento, posiblemente,
pero con ello no estoy haciendo más que abordar algo que
otros querrían abordar pero que no pueden o que, a la hora
de la verdad, se pueden echar para atrás.
Y este día festivo, que dejó de serlo, no es añadir un día
de trabajo a los colectivos ceutíes, no es eso, porque ese
día ya se compensará con un día nuevo de descanso, ya
veremos cuando, este año, al principio de octubre.
Es lo que tantas veces hemos dicho, el cambio por el otro
cambio, pero dejando sin “compás” a la mayoría. Es lo que
tenemos.
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