Tiene algún problema el antiguo
Centro Penitenciario de Ceuta? Problemas todos porque es una
cárcel arqueológica a la que salva el material humano y el
hecho de que, los naranjos de su patio de entrada son los
primeros que florecen en la ciudad, cuando aún ni se atisba
la primavera. Esta escribidora lo demostró con fotos en su
día.
Pero lo evidente es que, como la nueva prisión de Ceuta está
tardando más que el descubrimiento de los fondos suizos del
clan Pujol, el centro de cumplimiento de los juzgados y
condenados por esa Sección Sexta de la Audiencia que
merecería ser clonada por su excelencia o por los Juzgados
de lo Penal ceutíes que no le van a la zaga, es decir,
quienes cumplen sentencia suelen ser enviados a Botafuego,
la cárcel algecireña. Que, por cierto, está donde Cristo
pegó las tres voces, enclavada en un altozano combatido por
los vientos del Estrecho y al que se llega por dos caminos
distintos, uno feísimo y convencional que pasa junto al
cementerio y otro mágico que es el de la carretera de los
Barrios, con su venta Los Pescadores en la que la tradición
manda pararse. Y comer caracoles al poleo. O el menú del día
que es la bendición de Dios o merendar un montadito con un
café con leche. Destino gastronómico que recomiendo
vivamente para quien guste de la comida tradicional y
ecológica, huevos de gallina picamierdas, pan cateto y un
lomo que quita el sentido con su aliño de ajo, perejil y
aceite. Y los caracoles y las cabrillas que ya los quisiera
Paris Hilton para una gala.
En la cárcel de Botafuego también hay un bar, pero abre
esporádicamente, también hay dos bancos en la entrada en los
que se sientan los del tercer grado para ver pasar las nubes
del levante, pero sobre todo hay pulcritud. Los suelos
relucen ,te reflejas en los cristales de puro limpios, las
plantas están cuidadas y en el segundo patio han construido
una placita con parterres, todo muy emperejilado pero
también muy rápido en cuanto a la operatividad. Los abogados
entramos en escasos cinco minutos y en otros cinco minutos
escasos ya están los internos en los locutorios. Es verdad
que son locutorios humildes, nada que ver con el lujo y el
aire acondicionado de la malagueña Alhaurín de la Torre que
tiene cuadros, esculturas, dos servicios, cenicero en la
puerta, todo para hacer más cómodas las esperas
interminables hasta que salen los reclusos. Pero entre el
lujo y la rapidez aunada a la calidez y agrado de los
funcionarios me quedo con lo segundo. Me quedo con
Botafuego.
Que, por cierto es Ceuta II porque en los módulos de
cumplimiento hay muchos ceutíes y también en los de
preventivos. Si alguien ingresa para cumplir aconsejo pedir
el módulo 4 porque el equipo técnico es mejor que el del
módulo 3 y parece que se interesan más por las personas,
aunque Manuel, el Subdirector de Tratamiento no admite dos
cosas: ni fallos ni despistes. Eso marcha como un cuartel.
Hay buena gestión y, como me decía Yalal, un interno de
Ceuta que se ha hecho todos los cursos disponibles y ha
adquirido un excelente bagaje de conocimientos “Aquí el que
quiere estudiar, estudia, el que quiere trabajar, trabaja y
el que quiere aprender, aprende, pero el que es un golfo la
tiene cruda”. Buen Centro ese Botafuego con su director,
Francisco siempre atento, que parece que sabe más de lo que
le han enseñado, pero mis debilidades son Plácido, el
subdirector de Régimen que llegó a telefonearme para
comunicarme el número de una sentencia que le era aplicable
a un recluso y que yo no lograba encontrar y el subdirector
Médico. Por razones.
¿Qué cuales son esas razones? Pues que he visto entrar a
drogadictos y a personas con graves trastornos mentales y he
presenciado cómo las curaban, los médicos de Botafuego ponen
empeño en su labor, aunque a veces se pasan porque meten a
los “engancháos” que son cadáveres en el módulo 7 y les
obligan a entrenar, pero duro y en serio, mismamente como si
fueran a competir. Los pobrecillos acaban medio muertos y
entonces les hartan de comer, les regulan la medicación ¡y a
entrenar!, los enfermos se acaban resignando o acostumbrando
o yoquesé pero “salen” y carrera va, flexión viene y luego
atracón de buena comida, empiezan a ponerse saludables,
sudan los tóxicos de la sangre, aprenden disciplina, se
hacen fuertes lazos de amistad con los compañeros y entran
siendo desechos humanos y salen personas con muchas ganas de
vivir. Lo cuento y los pelos se me ponen como escarpias
porque eso, lo he presenciado yo. Y he presenciado como una
pobre chica con rasgos esquizoides era rigurosamente
medicada y el psiquiatra adscrito a la prisión la visita dos
veces por semana, antes la chica quería morirse, ahora
quiere curarse y disfrutar del futuro. Gracias al personal
de Botafuego, gracias a las funcionarias que ejercen de
cuidadoras, de madres, de maestras y de psicólogas y en los
módulos masculinos, sobre todo en el 9, gracias a Manolo el
educador y a los funcionarios que son respetados por los
internos, pero que también respetan. Y es extraño el tipo de
convivencia que se llega a alcanzar en la prisión
algecireña, los hombres se hacen amigos, se distribuyen las
funciones, intentan por todos los medios que no haya
conflictos, dialogan entre ellos y con los funcionarios,
estudian los escritos de los abogados y se ayudan unos a
otros todo lo que pueden: nunca verás allí que una criatura
no se pueda pagar en el economato un cafelito caliente para
consolarse las tripas: siempre hay un compañero que invita y
que ayuda a los que menos tienen. Ese módulo 9 me ha
conquistado el corazón y también el 4 con su gran equipo
técnico y el 7 con los pobres yonkis echando el bofe y
sudando la droga en los feroces entrenamientos y el de
mujeres con las llamadas “presas políticas” que aunque están
en primer grado hacen de mediadoras, explican los escritos a
sus compañeras y las mujeres las ven, con sus larguísimas
condenas y sin quejarse. Salió una clienta mía búlgara a la
que ayudaron mucho y le dieron un encargo: cuando llegues a
tu casa por favor vete andando a la playa hasta el
rompeolas, respira y te acuerdas de nosotras… La mujer lo
hizo y yo les mandé el recado a través de otra interna: “les
dices a “las políticas” que su amiga Nadya se ha acordado de
ellas mirando al mar”.
Pequeñas historias de Botafuego, esa prisión en la que
acaban tantos ceutíes que son visitados por sus familias,
que vienen las familias en barco y luego en taxi a
recibirles al momento de la libertad. Mucha gente de Ceuta
tiene recuerdos de esa cárcel algecireña, buenos, malos o
peores, pero es una buena prisión y está gestionada por
buena gente. De verdad y no miento.
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