La ciudad se engalanó a medias
para celebrar su día grande, el Día de Ceuta, y es que un
año más los ceutíes vivieron como jornada laboral un día tan
señalado como es el día de la autonomía. Lejos de lo que se
pretenda desde la Ciudad, a través de actividades y actos
institucionales cargados de emotividad y con merecidos
reconocimientos como los otorgados ayer a Lorena Miranda,
Isabel Valribera y la Comandancia General de Ceuta, se han
cumplido ya cuatro años de la “decapitación” la
característica más importante para que el Día de la
Autonomía, el Día de Ceuta y por consiguiente el día de
todos los ceutíes tuviese mayor calado, y es que debe ser
festivo. En el momento que se vuelva a recuperar la
festividad del día 2 de septiembre, la ciudadanía dejaría de
estar marginada de esta conmemoración y pasarían a ser
homenajeados y felicitados, los verdaderos merecedores de
ello, los ceutíes, los caballas que día a día mantienen esta
ciudad y que defienden a capa y a espada a esta bendita
ciudad. Los políticos deberían reflexionar sobre esta
cuestión, y aunque ciertamente se ha intentado contentar a
todos para que todas las fiestas de la sociedad ceutí
tuviera cabida en el calendario festivo, se deben buscar
otras soluciones y no tocar un día como el de Ceuta. Hoy por
hoy es la única ciudad donde su Día grande no es festivo.
¿Qué pasaría en Cataluña si a los políticos se les ocurriera
eliminar de un plumazo la Diada?, ¿Y si en Andalucía dejara
de ser festivo el 28 de febrero?. Ceuta no puede ser menos,
y además de contemplarse en el calendario su Día, este debe
ser festivo. Aquí no entran ni culturas, ni religiones, ni
etnias, ni flautas, aquí se conmemora el Día de Ceuta y por
lo tanto el día de todos los ceutíes, ya sean cristianos,
musulmanes, hindúes, hebreos o incluso budistas, y eso es lo
que hay que recuperar.
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