Un millón de españoles han tenido
que emigrar desde el comienzo de la crisis, en su mayoría
jóvenes profesionales. Y no se dice “emigrar” sino “salir”.
Se van los mejores, aquellos que tienen más valor y mayores
expectativas laborales, por más que el denominador común sea
argumentar que “no queda más remedio”. A todos nos haría
felices el que España fuera una tierra de oportunidades,
pero también nos sentiríamos infinitamente más satisfechos
de que, nuestros hijos, no tengan que desayunarse cada día
con el último escándalo de corrupción política emitido por
el telediario, el último, la “pujolada” y la impunidad total
y absoluta con la que la familia Pujol ha mangurrineado
durante décadas, amparado por el silencio cómplice de los
sucesivos gobiernos centrales, esto último ha sido
moralmente devastador.
Porque Jordi Pujol ha hecho exactamente lo que le han
permitido hacer, “todos” lo sabían y “todos” callaban. ¿Y
los ERES andaluces? ¿Y las subvenciones para falsos cursos?
¿Y Jaume Matas? ¿Y las inmensas infraestructuras a medio
acabar donde se han despilfarrado los dineros? ¿Y el
aeropuerto de Castellón? ¿Y el caso Noos? Y sigan y sigan…
Hasta llegar un momento en el que, los padres nos
planteamos, no el que nuestros hijos no merezcan esta puta
herencia envenenada, sino que va a resultar que España es la
que “no merece” a nuestros hijos. Porque la España actual
con su patética realidad de periódicas erupciones de
escándalos, corruptelas, porquerías, amiguismo
insitucionalizado, enchufismo como forma de vida y
correndijas de los políticos a los juzgados en plan “que voy
que vengo” esto de ahora, ninguno lo queremos ¿Qué ejemplo
estamos ofreciendo a quienes empiezan su camino tras la
prolongación de la adolescencia que supone una carrera
universitario o una formación superior?. No extraña por lo
tanto la propuesta facebukera de hacer una reforma legal por
la que se sustituya al Santo Patrón de España, Santiago
Apostol, por otras dos opciones de Santos Patrones, a saber,
Luis Candelas o José María el Tempranillo, lógicamente por
concurso de méritos.
¿Tragedia emigrar? No. Tragedia “de lo que emigran” de lo
que dejan atrás, del mileurismo, de los empresarios vampiros
y sus contratos de mierda, de ver el derroche más atroz
(recuerden las ayudas y subvenciones zapateriles) sin
consecuencias de tipo alguno. ¿Un parche? Borrar de un
plumazo a los tropecientos mil aforados y dejar tan solo a
unos cuantos, lo que sigue significando una vulneración del
Principio de Igualdad del art.14 de la Constitución y un
agravio comparativo para los “no” aforados. En mis tiempos
se decía “miente más que el Calendario Zaragozano”, ahora
los jóvenes dicen “miente más que un concejal”. Nosotros,
los veteranos, no perdemos la esperanza de que la cosa se
enmiende, pero mientras tanto y hablo en primera persona,
mis hijos “van a salir” y si Dios lo quiere, fuera de
Europa. ¿Saben que Nueva Zelanda es el país más honrado del
mundo? Oportunidades hay, en Australia, en Israel, más
difícil en EEUU, allí hay que ser un superserie y hablando
de emigración a América, cuando la hambruna de la patata
irlandesa cuando la gente moría con la boca verde de comer
hierba y los irlandeses huyeron de las calamidades hacinados
en las bodegas de los barcos, la frase era: “Cuando se está
en Irlanda, en la miseria más absoluta sabíamos que de allí
no se sale, estamos en América, en la pobreza más absoluta,
pero de aquí “sí” se sale” Y, por ejemplo, salieron los
Kennedy. ¿Tragedia? No la pérdida de las raíces, esas nunca
se pierden porque el “ser español” lo llevamos en el ADN de
las tripas desde nuestros antepasados de Atapuerca, salvando
incómodos lapsus históricos de gentuza, como los romanos, de
ahí que Escipión recogiera en sus Crónicas el dicho popular
de aquellos iberos reveníos: “Me cago en los romanos, que
nos están jodiendo y se comen nuestro grano”, pérdida no,
distanciamiento de nuestra cultura sí, por eso mejor
andorrear por este Occidente que es ali-oli de brujas de
judaísmo, cristianismo, derecho romano, filosofía griega,
oscura Edad Media, Cruzadas, el empaque inigualable de los
Caballeros del Temple (¡Jacques de Molay: estás
vengado!)¡Toma ya Revolución Francesa! Y tomen Renacimiento
y al judío Marx tramando con su Capital y Humanismo
Cristiano y el judío Freud dando por saco a los traumas y la
Revolución Industrial con sus sindicatos y las primeras
sufragistas y las dos Grandes Guerras que nos destruyeron
para resurgir de nuestras cenizas y…y… bueno y los más
espectaculares descubrimientos y logros científicos y
tecnológicos. Eso, quienes “salen” lo llevan recosido en la
vena aorta y es nuestro patrimonio común, el “ser” nadie lo
puede arrebatar porque es la voz de nuestros ancestros
europeos antes de que existiera Europa más que para los
cartógrafos y para los Hombres de las Estrellas que aparecen
en todas las tradiciones. En resumen, hoy por hoy y hasta
que el tema remonte, emigrar puede ser un privilegio, un
aprendizaje brutal, una experiencia gozosa-espantosa y lo
digo fantaseando y enviando mi curriculum a países en los
que pueda convalidar los estudios y así seguir aprendiendo.
El “Suspiros de España” siempre nos llegará cada Nochevieja
allá donde nos encontremos y donde nos encontremos, no
desayunaremos con Pujol pasando las vacaciones en su masía
ultra-lujo y paseando tan fresco, cuando a cualquier
desgraciado con la milésima parte le meten encima más ruinas
que las que tiene Pompeya. Y luego se vuelve, porque hay que
volver y hacerlo con la alforja repleta de experiencias y el
corazón ahíto de esperanza ¿Estarán los enchufes prohibidos
en las leyes? ¿Mandarán los “excelentes”? Pues lo mismo los
chicos vuelven y todo ha cambiado. Para mejor.
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