Tarde o temprano se recolecta lo
que cada uno de nosotros sembramos en el discurrir de
nuestros días. Por ello, hace unos años, el director de un
importante periódico me preguntó ocurrentemente: “Si te
encuentras al político… ahogándose en El Estrecho de
Gibraltar. ¿Lo auxiliarías o lo fotografiarías en ese
momento?, para que fueran portada al día siguiente en todos
los medios nacionales e internacionales, siendo las fotos
premiadas”.
A lo que le contesté: --Creo que, la primera norma del
periodismo es hacer la foto y después lo demás, porque la
denegación de auxilios está penado por la ley en España--,
le dije. Y no me gustaría hoy, que me pillaran con los
pantalones bajados, lo mismo que a Amador Mohedano (hermano
de la Jurado), jiñando en una playa de Chipiona (Cádiz), sin
lavarse el mojino tras defecar.
Comprendo que, un apretón le brota a cualquiera, habiéndome
limpiado en el campo de batallas hasta con una piedra. Pero
“el que juega con fuego se quema”, ya que la prensa del
corazón… no tiene piedad, con tal de hacer buena audiencia
creando polémicas, con los personajes que viven a través de
ese periodismo verdulero, que tanto gusta a un sector
poblacional…
Por ello, a pesar de no haber nadado nunca, servidor, a
favor de las corrientes políticas, sino todo lo contrario y
a pecho descubierto en solitario. En esta significativa
ocasión, con el o los náufragos políticos, haría lo propio
de toda persona civilizada y de bien. Y tras poner mi cámara
fotográfica a buen recaudo para que no se me mojara. Les
acercaría, en una botella de cristal herméticamente cerrada,
las normas básicas de primeros auxilios, para que se
empaparan al pie de la letra, cómo salir a flote.
No obstante, espero no encontrarme en esa encrucijada,
porque si son más de uno los que tengo que salvar a la vez.
Tendría que ‘echar a pelón’, para saber a quién tenía que
socorrer primero. Porque me saltaría por el arco de mis
fandangos el orden jerárquico, siendo el jefe de la banda al
que dejaría en último lugar.
Porque él, sus ministros, lugartenientes, adláteres y el
resto de tragaldabas afines. Tienen a millones de españoles
con el agua al cuello. Sin saber centenares de miles de
familias, lo que es pasar unos días de vacaciones en esta
época estival. Como las que han gozado ellos y los suyos a
cuerpo de rey por medio mundo y parte del otro. Ya que, el
horizonte que les espera a los desamparados, de la mano de
Dios y de muchos políticos españoles de las siglas o castas,
es muy tenebroso como consecuencias de la hambruna, miseria,
represión, abusos, discriminación y desigualdades que ha
impuesto arbitrariamente.
Aunque, los habría quienes se lanzarían al agua para
salvarlos, como sería mi caso, en caso de que me fallara lo
ideado en mi primera intentona. Porque me gustaría seguir
viéndolos el resto de sus días pululando por las calles en
pelotas con una mano delante y otra detrás, tras
desalojarlos de sus mansiones, y obligándolos a que
devolvieran todo el dinero público…, que ha mangado a manos
llenas, a costa de empobrecer y arruinar a España cañí.
Hasta el punto de que, se tardarán décadas, para que un
nuevo amanecer florezca para las clases trabajadoras, porque
se han llevado lo habido y por haber en muchos años.
Consecuentemente, desde que fui consciente de la
significación de las declaraciones efectuadas por Carlos
Solchaga, ministro de Economía y Hacienda, del Gobierno
estatal socialista de Felipe González ‘Isidoro’, sobre el
enriquecimiento fácil de algunos desde el poder. No me
sorprendió en esa y otras posteriores etapas hasta nuestros
días que, se reprodujeran como ladillas por cualquier rincón
de los pueblos y ciudades españolas, una gran cantidad de
mediocres sin oficios ni beneficiosa que, hicieron de la
política su profesión y oficio. Con el fin de servir al
pueblo, y de paso, los desvergonzados y ruines, enriquecerse
en un corto periodo de tiempo. Llevándose en A o en B las
pesetas, euros o ‘manteca’ a manos llenas a través de las
especulaciones urbanísticas, tráfico de influencias,
impuestos mafiosos, malversaciones de caudales públicos,
cohecho y con otras mañas.
Y como llevo por doctrina que, al político respetable lo
respeto, pero a los otros los combato. Es lo que hago,
nuevamente, con la roja tinta de mi estilográfico, en este
medio de comunicación libre e independiente, que me permite
expresarme sin censura alguna. Preguntándome, ¿qué respeto
les puedo tener a esos rateros, tiranos y gángsteres de la
política…? Absolutamente ninguno, al no merecerse, por mi
parte, ni el sol que les alumbra. Porque donde deberían
estar es en zahúrdas como los cerdos sin agua ni luz,
pringados no de dinero, sino de purín hasta las cejas.
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