Cada vez que protestamos o nos
manifestamos en favor del pueblo palestino surgen voces
interesadas pidiendo que hablemos del terrorismo islámico,
pretendiendo sembrar algún tipo de similitud entre grupos
repugnantes y asesinos como ISIS y la heroica resistencia
palestina. Últimamente, la cosa va más allá. No suelo hacer
caso de las decenas de comentarios estúpidos y sin sustancia
que provocan algunos de mis artículos, pero esta vez voy a
hacer una excepción. Tras la publicación de “Manu Pineda”,
algún que otro lumbreras me ha atacado acudiendo a la figura
de un tipo como Amin Al Husayni. Voy a tratar de responder
tanto a este inteligentísimo argumento como al tema del
fundamentalismo. Vamos a ello.
¿Quién fue Amin Al Husayni? Un palestino culpable de la
matanza de Hebrón y cuyo antisemitismo le llevó a aliarse
con Adolf Hitler durante la II Guerra Mundial. Claro. Como
Amin Al Husayni era palestino, hizo matanzas y se alió con
Hitler, Israel tiene derecho a exterminar al pueblo
palestino. Y por supuesto, todos los que defendemos a
Palestina somos seguidores de Al Husayni y del genocida
nazi. Brillante. Siguiendo este razonamiento, continuemos
con la estupidez. Como durante el Holocausto y el
franquismo, la Iglesia Católica colaboró con el nazismo y
con Franco, la izquierda tiene derecho a matar a todos los
católicos, ya que, por supuesto, todos los católicos deben
ser nazis y franquistas. Sí, este es el nivel de tanto
tonto. Y sí, estoy insultando y estoy siendo maleducado,
prepotente y soberbio. Después de tantas idioteces, tocaba.
Por otro lado, creo que el tal Amin Al Husayni, además de un
criminal, no debía de ser muy inteligente. Hitler no sólo
era antisemita. Hitler asesinaba comunistas, gitanos,
negros, homosexuales, discapacitados. Si el nazismo hubiera
triunfado, dudo que Al Husayni y los suyos se hubieran
librado de ser aniquilados. Termino este tema con una
aclaración para dummies: atacarnos a los que defendemos los
Derechos Humanos del pueblo palestino acudiendo a este tipo
de estupideces denota una diarrea mental profunda. Ahora,
hablemos de ISIS y el fanatismo.
Estados Unidos, desde el 11 de septiembre de 2001, se erige
en líder de la lucha contra el fundamentalismo islámico, lo
que le ha dado carta blanca para invadir países y robar sus
recursos. La cuestión es: ¿realmente a Estados Unidos le
molesta eso del fundamentalismo? Tiremos de historia.
Irán, 1951. Mohammad Mossadeq, primer iraní doctorado en
Derecho por una Universidad europea, es elegido Primer
Ministro de manera democrática, nacionaliza el petróleo y es
derrocado mediante un Golpe de Estado urdido por Estados
Unidos y Gran Bretaña con el apoyo, mira tú por dónde, de
los “Guerreros del Islam”, un grupo islamista radical. Las
dos potencias imperialistas restauran la Monarquía iraní y
traen de vuelta al Sha. Básicamente, Estados Unidos y Gran
Bretaña derrocan una democracia y, apoyados por el islamismo
radical, implantan una dictadura. ¿Qué ocurrió después? Lo
que Oliver Stone, en sus magníficos episodios televisivos
sobre la historia de Estados Unidos, nos define como
“Blowback” o efecto rebote, “término que define las
consecuencias violentas imprevistas de una operación
encubierta sobre la población civil de la nación agresora”.
En 1979, el pueblo iraní, harto de torturas y represión,
expulsa al Sha y abraza la revolución islámica de Jomeini,
lo que será el principio de la hostilidad entre Irán y
Estados Unidos. Conclusión: El monstruo fanático creado por
el imperio para acabar con la izquierda se vuelve contra él.
Sigamos.
Años 80. Los soviéticos apoyan en Afganistán a un gobierno
que lleva a cabo medidas tan subversivas como enseñar a leer
a las mujeres y redistribuir un poco la riqueza. Estados
Unidos financia y apoya a los fundamentalistas islámicos
para que derroquen al Gobierno. Entre ellos, como uno de los
cabecillas de la rebelión contra los malvados comunistas,
destacará un saudí con mucha pasta, un tal Osama Bin Laden,
héroe y ejemplo de dignidad para los halcones
estadounidenses de entonces. Los radicales triunfan y
Afganistán cae bajo el régimen tiránico de los talibán, los
chicos de Washington en la región. Años después, estos
salvajes creados y armados por Estados Unidos, a través de
un grupo llamado Al Qaeda, serán la excusa de la
Administración Bush para reventar el mundo entero en su
“guerra contra el terror”. El nacimiento de ISIS es similar.
Grupos de oposición apoyados por Estados Unidos en lugares
como Libia o Siria, “luchadores por la libertad” en un
primer momento convertidos luego en lo que todos sabemos.
Estados Unidos, y no los que apoyamos las causas justas de
los pueblos, es quien debe dar explicaciones por el
crecimiento del terrorismo fundamentalista. De hecho, si
tanto les molesta, ¿por qué no interviene en regímenes
extremistas y abominables como Arabía Saudí? Otra pregunta:
¿Por qué Al Qaeda o ISIS no atentan nunca en Israel? ¿Por
qué si decimos que no está bien asesinar a niños palestinos
hay imbéciles que hablan de Amin Al Husayni y tenemos que
defendernos y terminar explicando todas estas obviedades?
Preguntas sin respuesta, amigos. Al parecer, para que no nos
ataquen y no nos llamen terroristas tenemos que aplaudir a
los que bombardean colegios y hospitales masacrando a
población civil inocente (casi un 90% según datos de la
ONU). Triste y patético. Cuanto miserable. Cuanto tonto.
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