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OPINIÓN - MARTES, 26 DE AGOSTO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

De aquéllos polvos, vinieron éstos lodos

Por Mercedes Sánchez


Nuestro país está patas arriba y va a ser muy difícil enmendarlo, siempre y cuando quede algo que enmendar tras el castillo de arena, que primero los que negaron la crisis y luego los de la austeridad, han ido construyendo. Ninguno ha tenido tiempo o capacidad de pararse a pensar en que cuando suba la marea se llevará el castillito deshecho entre la espuma de las olas. Importante podría ser invertir en I+D para descubrir el origen de tanto despropósito, pero los recortes.........

Uno de los temas más candentes y encarnizados de los últimos años fue la apertura del melón autonómico. Nuevas Leyes Orgánicas que daban más soberanía a los gobiernos autónomos, entre ellos Cataluña y alguna que otra Autonomía resabiada y malcriada, obteniendo más privilegios. A ser posible todos los solicitados por los, por entonces, socios de gobierno; algo completamente necesario para poder seguir manteniendo sus poltronas, cuyos apoyos les eran imprescindibles.

“De aquellos polvos, vinieron estos lodos”. Refrán que nos recuerda que de los actos se siguen consecuencias, no siempre deseables. Cuando por inacción o por acciones incorrectas dejamos pasar las cosas, luego la situación puede empeorar y llegar al punto de no retorno. Y ahora empezamos a sufrir esas secuelas cuando las exigencias separatistas de un nacionalismo trasnochado está supeditando la voluntad del resto de los españoles. Cuando un Presidente anuncia un referéndum para noviembre de este año, pasándose la Constitución y el resto de leyes del Estado por donde le parece, y haciendo caso omiso a las sentencias judiciales que lo prohíbe expresamente. ¿Y la pregunta es, que hace el actual gobierno español para impedir esto? ¿También habrá que esperar para ver llegar esos lodos?

Muchas son las conjeturas que se pueden hacer sobre este tema pero lo que nunca se debe intentar es faltar a la verdad. No es lógico tachar de irresponsables a aquellos que denuncian la postura irracional del todo por el nada, porque una amplia mayoría de españoles piensa que España se forjó desde un Estado fuerte y que se puede dinamitar desde la debilidad del Estado, a instancias de la enfermedad nacionalista. Según Herman Heller, “Si el nacionalismo no supera la pubertad cívica, se establece en el infantilismo civil, al reclamar insaciablemente derechos, sin reparar en que también tienen obligaciones”.

Se ha generado mucha incertidumbre. Están provocando la aparición de profundos surcos que empiezan a dividir a la propia población y colgando etiquetas peligrosas ante los que no quieren independentismo. En palabras de la periodista Charo Zarzalejos, “Desde la política se pueden tomar decisiones erróneas y de hecho ocurre con demasiada frecuencia, pero la política no es un arte tan libre como para permitir en silencio que se venda a los ciudadanos que siendo independientes de España aumentaría la esperanza de vida. Cuando la ensoñación hace estragos es cualquier cosa menos política responsable”.

Mucho se habla en los últimos tiempos de regeneración política, de cambio del sistema democrático, de la renovación y fortalecimiento de la vida pública y política, y no están exentos de razón; pero habría que iniciar la transformación con el objetivo principal de cohesionar España y a los españoles. Esa debe ser la apuesta, el verdadero compromiso político. El Estado de las Autonomías no ha cumplido los fines para los que fue concebido y su coste ha alcanzado proporciones alarmantes. Tan solo pensemos un poco y hagamos cuentas sobre el coste que nos supone. ¿Estaría ese dinero mejor empleado en sanidad o en educación, sin recortes?
 

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