PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
  

 

 

OPINIÓN - VIERNES, 15 DE AGOSTO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

La letra de la condena, el símbolo de la muerte

Por Abdelmalik


El Estado Islámico de Irak y del Levante sigue avanzando, tan cerca ya de Bagdad. Su resolución, unida a su brutalidad y crueldad le abren paso, haciéndole imparable y tremendamente temible. Su ideario es simple y aplastante, todo lo que no comulgue con su ideario es contrario y, por tanto, merecedor de muerte, y así al degüello.

A los cristianos les pintan en sus puertas la letra (nun) la inicial de “cristiano” en árabe, y que por aquí es comúnmente conocida como “nazareno” o ”nasrani”, y que tanto una como otro vienen a decir lo mismo, es decir, “cristiano”.

Es la letra de la condena, el símbolo de la muerte. La oferta es simple como la arena, al identificado con la nun se le ofrecen 2 opciones, hacerse musulmán o marcharse, esto último con dificultad. Y la primera no es garantía de vida, ya que aun habiendo aceptado el cambio, puede no “servir”, ya que existen dudas sobre el grado de veracidad del cambio. Es la inhumanidad personificada, es difícil encontrar nombre a tanta ignominia, a tanta crueldad.

Nada es tan fácil en la dimensión religiosa como construir ejércitos, preparar comandantes carentes de clemencia y merced, llenándolos de odio y de maldad hacia quien es diferente. Más fácil es hacer tropas, ahí el señuelo es barato, atractivo y concluyente. Nadie duda del alto grado de sugestión de quienes tienen el encargo de “hacer llegar” la recompensa que supone liquidar infieles, y dentro de esa pirámide de obscenidad humana, el reclamo del premio es sencillo: cuanto más cruel seas, mejor lo tendrás.

Saladino (Salah Din) inspiró las reglas de la guerra en todo lo referido a cómo tratar al combatiente capturado, así como el tipo de trato hacia las poblaciones conquistadas. Gran parte de los contenidos de los cuatro convenios internacionales que regulan el derecho internacional humanitario se inspiran en los métodos de Saladino. Fue un hombre que se ganó el respeto y la admiración de sus enemigos, que vieron en él al caballero que hacía de la clemencia y el buen trato una constante. Una actitud que pudo recoger de las enseñanzas del profeta del Islam (sws).

Ricardo “Corazón de León”, que distó mucho de ser un honorable monarca, por mucho que pese a algunos historiadores ingleses, que fue de todo menos un hombre de Estado, que vino a cometer una y mil tropelías, como la ejecución sumaria de más de 3000 prisioneros musulmanes ante las puertas de Acre, ciudad que conquistó a sangre y fuego, y en la que no dejó un solo musulmán con vida, no sintió reparos para expresarse satisfecho por la matanza de prisioneros, no hubo un gramo de piedad, olvidando, tanto él como sus comandantes, la postura de Saladino cuando reconquistó Jerusalén (Jair ua salam, abundancia y paz).

A pesar de todo ello, Saladino hizo de la razón su fuerte, y en vez de actuar de igual modo, teniendo oportunidad cuando Ricardo tuvo necesidad de volver a Inglaterra para recuperar su trono, en esos momentos usurpado, lo que habría significado su derrota incondicional, Saladino sorprendió a todos ofreciendo a su enemigo un armisticio que supusiese ventajas para ambos, lo que vino a conceder a los cristianos libertad de movimientos, pudiendo peregrinar y orar en Jerusalén.

A pesar de tener presente la grave falta de Ricardo con los prisioneros de Acre, Saladino no dudó en enviar a su propio equipo de médicos para que pudiesen asistir a Ricardo cuando cayó enfermo.

Las espeluznantes imágenes que llegan de Irak, de Nigeria y de otros puntos del planeta, resultan excesivos para una razón humana “normal”, que se ve incapaz de procesar tanta atrocidad y tanta inhumanidad.

Saladino instauró unos códigos de conducta, antes, durante y después de la batalla, dejando claro que toda acción debe ponderarse sobre unos límites, pues de lo contrario sólo se abre paso al abismo sin fin, morada de quienes cerraron sus oídos a las sugerencias de la clemencia y de la razón humana desde su nido de gestación. Es la injusticia absoluta.

Por eso hoy la nun es de todos, por encima de diferencias y códigos de conducta, en un intento de establecer principios básicos e inherentes a la condición humana. Lo que decía Saladino.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto