Dejando a un lado comparaciones con otras ciudades de
nuestra nación, en Ceuta ya se ha sobrepasado la línea roja
de la inseguridad ciudadana. La muerte hace unos días de
Mohamed Ennakra (en paz descanse) es sólo la última de una
serie de desgracias a las que lamentablemente nos hemos
acostumbrado en los últimos años.
Escuchar el estruendo de un arma de fuego a altas horas de
la madrugada, es algo que ya no sorprende a muchos vecinos.
Ver arder contenedores, se ha convertido en rutina para
nuestro equipo de bomberos. Recibir lluvias de piedras,
gajes del oficio para el agente de policía. Ser atracado a
punta de navaja cuando ha caído el sol, un riesgo con el que
se aprende a convivir.
La inseguridad y la criminalidad no se reparten
homogéneamente en las distintas zonas de la ciudad, sin
embargo Ceuta es una y no veinte. Un delito es tan grave en
la Calle Real como en Los Rosales, en el Recinto como en el
Paseo de las Palmeras y sin dilaciones tenemos que
exterminar esta lacra que nos afecta y que se extiende.
Arreglar esta realidad es inviable con una policía y unas
fuerzas de seguridad maniatadas, sin recursos y maltratada
por grupos políticos. Grupos políticos, como el PDSC o el
propio Mohamed Alí, que han llegado incluso a pedir la
disolución de la UIR.
El cuerpo de policía debe tener un control externo que
permita detectar abusos e irregularidades, pero no podemos
pedirles que encarcelen a los narcotraficantes con caricias
y dulces palabras. Cuando la situación es de tal gravedad
debemos tomar medidas que miren primero por la eficacia y
después por la imagen de una policía poética.
Para una labor eficaz es necesaria una mayor y mejor
dotación jurídica, más personal para evitar ver calles sin
un policía durante veinticuatro horas, una renovación del
material que permita a nuestros agentes el uso de las
últimas tecnologías, exigir una mejor preparación con una
formación constante que actualice a cada agente, una
coordinación más eficiente entre todos los cuerpos de la
ciudad y el no menos importante compromiso de políticos y
ciudadanos. Debemos exigir a nuestra policía la máxima
profesionalidad y a la vez apoyarles.
El ciudadano de bien de Ceuta merece tranquilidad, viva en
la barriada que sea y ahora más que nunca necesitamos una
gran labor por parte de las fuerzas del orden. Hagamos
fuerte a nuestra policía, porque haremos fuerte al ciudadano
y debilitaremos al criminal.
|