Millones de euros en importaciones con destino Marruecos vía
Ceuta, hay quien eleva esa cifra a 1750, incluso quienes se
manifiestan en favor de los 2000. 1500 es una cifra
ponderada.
Así, un IPSI “tranquilo” de un 7% aplicado a esos 1500
millones, viene a dar unos 105 millones, lo que al mes viene
a ser unos 9 millones, aproximadamente, cantidad realmente
importante, así como un fijo sin variables que inquieten, lo
que permite acometer gastos sin demasiada preocupación. Los
efectos colaterales de estas importaciones,
independientemente de los beneficios que ello supone para
los consignatarios (y para la Hacienda Pública y Local),
agencias de aduanas y de transporte, también hay otros
beneficiarios no adscritos a los canales tradicionales del
mundo comercial y fiscal, tales como el fenómeno de los
porteadores y otros intervinientes que, directa o
indirectamente, se benefician de este movimiento
empresarial-comercial, aquellos a los que habría que
denominar como “beneficiarios marginales”, que no son otros
que las miles de familias que viven al amparo de estas
importaciones con destino Marruecos con Ceuta como
plataforma.
El alcance de estas “exportaciones” hacia Marruecos y su
efecto en los conceptos de “riqueza social y económica” en
las zonas adyacente a Ceuta y otras, es realmente ambiguo y
poco concluyente, ya que al no existir el Estado como
elemento regulador de los flujos económicos participantes,
su efecto se relativiza y pierde fuerza, lo que en términos
de aplicación es prácticamente “cero”, pues el Estado es
quien canaliza esos ingresos a través de sus instituciones,
tales como “Hacienda”, “Diputaciones”, “Ayuntamientos”,
etc., para luego distribuir esos ingresos para construcción
de escuelas, hospitales, carreteras, etc., es decir, todo
aquello que una comunidad necesita para constituirse como
pueblo o ciudad.
Si la Ciudad de Ceuta recauda 100 millones de euros en
concepto de IPSI, ¿qué recauda Marruecos por la entrada de
todas esas mercancías en su territorio? La respuesta es:
“por caja cero”, lo que significa que no habrá
redistribución de ingresos producidos por el fenómeno de Bab
Sebta, al menos en cuanto a “cuentas tangibles”, ya que la
idea de que Marruecos también se beneficia por cuanto cubre
demanda que por sí sólo no puede, no es tan cierta como se
piensa; tampoco es cierto aquello de que tal grado de
consumo está calculado como estrategia política a fin de
crear dependencia económica y política en un futuro.
Menos aún, la idea de que los consumidores marroquíes pagan
sus compras en dírham, lo que expande su espacio de
actuación, realidad que tranquiliza a Marruecos por cuanto
que sus nacionales no hacen uso de divisas, por lo que en
cierto modo viene a considerarse a Ceuta como un espacio
propio, como un agente más en el círculo monetario del país,
sin que su quebranto suponga “trastorno económico” a
analizar y reprobar, si fuera necesario.
Marruecos no es un país inconsciente, de hecho ya existe una
oficina de normalización, que vendrá a ordenar todo el
tráfico comercial en el país, y será cuestión de tiempo que
“Ceuta” entre en carpeta, por lo que hay que esperar
decisiones.
A diferencia de Melilla, Marruecos no cobra por la entrada
de mercancías desde Ceuta, lo que en términos de recaudación
podría considerarse negligencia extrema, ya que de aplicarse
una tasa mínima, nadie duda que la recaudación podría
superar los 50 millones de euros anuales, lo que podría
destinarse a mejorar infraestructuras y otras aspectos que
tienen que ver con la vida de las personas, mejorándolas
considerablemente, máxime si tenemos en cuenta los años de
“abstinencia recaudatoria” en concepto Ceuta por parte del
Estado, unos números que harían sonrojar a todo político que
se precie, pues se trata de cantidades muy importantes, que
se han malogrado y que no han revertido en favor de la
población.
Han sido tantas las posibilidades de mejorar, que aun
aceptando la idea de que han conocido progreso las ciudades
con flujo comercial y social con Ceuta, nadie pone en duda
que podrían haber alcanzado un grado mayor de desarrollo,
sobre todo de carácter industrial, lo que vendría a mejorar
los índices de paro existentes en la zona, para lo que la
recaudación oficial habría jugado un papel esencial, y no
haberla delegado en mecánicas y costumbres recaudatorias
individuales y de grupo, que a día de hoy siguen vigentes, y
que hacen de estas fronteras taifas distantes y paralelas al
orden económico, político y social establecidos, aunque bien
es verdad que no todo el monte es orégano.
Difícilmente podrá darse explicación racional a situación
tan extraña que está acontecindo, ya que la idea de que la
aduana comercial podría restar argumentos a la
reivindicación territorial de Marruecos sobre Ceuta, pierde
peso, pues Marruecos sí tiene establecida aduana comercial
con Melilla, aceptando y dando curso a facturas comerciales
emitidas en la ciudad, cosa que no se hace con Ceuta,
manteniendo un agravio comparativo en el tiempo, situación
que debería normalizarse en bien de todos, sin excepción,
pues Ceuta también merece, tal como merecen todos los
ciudadanos marroquíes.
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