Los estatutos de una formación
política son algo más que una reglamentación de
funcionamiento interno, constituyen el ideario por el que
nos daremos a conocer a la sociedad en general. Por tanto,
si deseamos trasladar a la ciudadanía nuestra forma de
entender la convivencia, tendremos que reflejar en nuestra
propia organización esas ideas. Debemos aplicar el viejo,
pero sabio proverbio “predicar con el ejemplo”.
Vivimos unos momentos complicados en los que los ya
conocidos trastornos económicos y sociales han impactado
virulentamente en nuestra sociedad. En estas circunstancias,
el modelo de Democracia liberal está siendo cuestionado por
algunas formaciones políticas de reciente implantación. De
la misma forma, políticos y formaciones políticas sufren una
profunda y demoledora erosión consecuencia de los ataques de
quienes hoy también se han constituido en partido político.
En este escenario es crucial, que el Partido Popular al que
pertenezco desde hace más de 15 años, depositario de una
amplia confianza del electorado español, haga honor a este
hecho dando pasos decididos hacia una mayor transparencia en
la gestión política, sin abandonar bajo ningún concepto sus
principios ideológicos y demostrando sin fisuras, día a día,
los fundamentos éticos que siempre han primado en nuestra
labor política.
Somos una formación política con claras convicciones
ideológicas y firmes creencias religiosas por tanto, nuestra
gestión política debe ser su claro reflejo de las mismas, y
así debe ser percibido por la sociedad española, pero
especialmente por quienes han depositado su confianza en
nuestras siglas elecciones tras elecciones. Arranquémonos,
de una vez por todas, los complejos que nos han alejado de
nuestro electorado. Tomemos decisiones, sin complejos,
erradicando definitivamente aquellas obsesiones engendradas
interesadamente por nuestros rivales políticos.
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