Dudo que haya alguna huelga que
sea oportuna, salvo para esos sindicatos que justifican o
sus liberaciones o sus buenas pagas a los altos jefes,
dejándose ver en los medios de comunicación, “defendiendo al
ciudadano” que nunca les pide estas alteraciones de las
normas más elementales.
Y en esta ocasión, uniéndose el final de julio con el
principio de agosto, huelga de los empleados de RENFE, en el
momento que más perjudica no tanto a la empresa como a los
ciudadanos que estaban en el fin de vacaciones o en el
comienzo de ellas, depende de quienes.
Y ya me dirá el sindicato convocante en qué ha hecho un
favor a los ciudadanos a los que, en muchas ocasiones, ha
privado de un día o de dos de sus vacaciones. Una vez más,
la casta sindical dio la nota negativa del verano, salvo que
a últimos de agosto les de por convocar otra huelga,
pongamos por caso, a los controladores aéreos.
De todas formas, por si acaso queremos ver un punto positivo
en esta huelga, los que han salido ganando han sido los
dueños de las empresas de autobuses que “han llenado hasta
la bandera” sus autocares y algunos podrían haber llenado
mucho más, de haber tenido otros tantos autocares. Claro que
quienes estaban en Madrid y querían llegar a Algeciras, por
ejemplo, el día 1 de agosto, se encontraron con que el tren
estaba lleno, el que funcionaba y los autobuses tuvieron que
dejar en tierra a muchos viajeros que no sabían por donde
poderse desplazar desde la capital del reino hasta la misma
Algeciras.
Una vez más se ha buscado la fecha que más daño podía hacer,
porque los “programadores de huelgas” sólo se preocupan del
desorden, del alboroto, en vez de dar soluciones a los
problemas que haya. Por eso, y sólo por eso, aprovechan la
Semana Santa, a veces las Navidades, y muy especialmente los
días de salida o de regreso de unas vacaciones de verano o
de un largo puente.
Esto nos hace volver a pensar en que hay que solucionar
esto, desde la legalidad, con una ley de huelga que gustando
o sin gustar, la tengan que aceptar, especialmente, los
sindicatos de clase, para que no sean ellos los que rompan
las normas o la propia marcha de los ciudadanos. Hay que
repetirlo, urge una ley de huelga que marque las pautas para
no ser huelga que cree problemas, sino para que sirva para
atenuar esos problemas que puedan existir.
Y es que, a la hora que estoy escribiendo, el 1 de agosto de
2014, a la hora de la siesta, más de un “aspirante a
viajar”, este día y a esta hora, tendrá que estar esperando
en una estación de ferrocarril o en la cola de una compañía
de autobuses, porque a esos “señoritos sindicales” se les
ocurrió “fastidiar” a muchos de los viajeros que tenían que
salir o regresar en esta fecha por cuestión de final o
comienzo de vacaciones.
Es cierto que pasados estos dos días, otros, los que no
tenían necesidad de viajar, le harán un corte de manga a los
sindicatos de clase, corte de manga al que me sumo, y podrán
salir en ferrocarril, en autobús o “en bicicleta”, a pasar
sus días de descanso o a darse una vuelta por donde quieran.
Mientras tanto, ahora mismo, autocares a Santiago de
Compostela, a Jerez de la Frontera o a Alicante van llenos,
especialmente porque esos sí dieron servicios, sin que los
sindicatos “metieran las narices” donde nadie les llamó.
Claro está que esto se lo hacen al PP, en otros momentos las
cosas van de otra forma.
|