Unas cataratas que debieron ser
las del “Niágara y parte de Victoria”, me han tenido
apartado unos día de mi deber para con mis lectores.
Solucionado el problema he vuelto al ”tajo” con el deseo
siempre de ofrecer lo mejor de mi a todos aquellos que se me
siguen, cada día, en mi artículo de opinión vertida en éste
mi periódico que, al fin de cuentas, más de todos ustedes
que mío.
Dicen que el que no es agradecido, no es buen nacido. Y
aunque uno nació en cuna my humilde, siempre he sido
agradecido a cuantas personas han realizado algún bien por
mí modesta persona, sin esperar nada a cambio que no sea mi
gratitud, lo único que puedo ofrecer.
Por eso, antes de nada, quiero mostrar mi agradecimiento, de
todo corazón, a cuantas personas ha intervenido en la
operación que se me ha practicado dando vista a mis ojos.
Una vista de la que carecía y que me hacía casi imposible
poder escribir con claridad, pues me costaba trabajo ver las
letras del ordenador.
Y en ese agradecimiento a todos los que han intervenido,
incluido el personal sanitario que me ha dispensado un trato
exquisito, quiero destacar al doctor Juan Ramón Guiote
Linares, que ha llevado a cabo la operación, por la
perfección del trabajo realizado, que más que devolverme la
vista, me ha devuelto la vida al darme la oportunidad de
poder seguir haciendo lo que más quiero en la vida,
escribir.
Doctor, Guiote, desde aquí y desde ya, quiero mostrarle todo
mi agradecimiento y mi reconocimiento por su gran
profesionalidad, su gran compresión y el trato exquisito que
me ha dispensado en todo momento.
Espero y deseo, con toda mi alma, doctor Guiote, que en la
próxima intervención que se me ha de hacer, en el otro ojo,
tenga la suerte de que sea usted el que me haga esa
intervención, pues jamás me podré poner en mejores manos que
las suyas. Unas manos maestras e inigualables en el
desarrollo de sus funciones. Gracias por todo.
A lo largo de mi ya dilatada vida, como periodista, soy el
decano de la prensa escrita, por mucho que les cueste
asimilarlo a algunos personajillos de este mi pueblo, he
escrito siempre todo lo que he sentido, equivocado o no,
pero sin aceptar en ningún momento escribir al dictado de
nada ni de nadie, manteniendo mi independencia por encima de
cualquier otra cosa.
Por eso, con la libertad que me da esa independencia,
escribo lo que mi conciencia, en cada momento, me dicta. Y
en estos momentos de mí vida, lo que me dicta es agradecer,
el trato que se me ha dispensado, por todos y cada uno de
los que han intervenido en esa operación.
Al escribir, cuanto he escrito sobre este asunto que atañe a
mí persona mi conciencia se queda tranquila porque, una vez
más, escribo lo que me apetece escribir sin que nadie me
indique lo que tengo que hacer en cada momento.
De dejarme influir o escribir al dictado de alguien,
acabaría con algo que amo por encima de todo, mi libertad e
independencia, a la hora de sentarme ante el ordenador a
plasmar lo que siento en cada momento, sobre determinados
asuntos.
|