No está siendo el año 2014 muy
favorable para los deportistas puramente españoles y no
estoy hablando de los equipos, como Madrid o Sevilla que sí
dieron la talla en sus competiciones europeas, pero por lo
que se refiere a deportistas españoles las cosas no andan
muy finas. Y es que el Mundial nos dejó claramente
sentenciada cual es la posición de nuestros deportistas, a
niveles elevados, y ahora el Tour de Francia nos vuelve a
poner en nuestro sitio.
El orgullo es el peor de los “pecados” y de orgullo veníamos
pecando, desde hace muchos años, muy especialmente desde el
año 92 del pasado siglo, cuando, por aquello de ser los
organizadores de las Olimpiadas de Barcelona, se tiró la
casa por la ventana, se hizo lo posible y lo imposible, se
inculcó un espíritu ganador y los triunfos, en forma de
medallas, llegaron mucho más elevados de lo que nadie
imaginaba entonces, cosa que fue un auténtico acicate para
el futuro, hasta ahora. Así se ha venido viendo y así lo
podemos ver hasta ahora, cuando la máquina se ha
desengrasado y nos ha vuelto a la realidad de lo que somos
ahora y hemos sido muchas veces más, en los dos primeros
encuentros del Mundial, en el que nos íbamos arrastrando y
dimos la nota más discordante del propio campeonato.
Y otro tanto está pasando ahora en el Tour, es cierto que un
accidente lo puede tener cualquiera y un accidente grave ha
tenido Contador, el principal baluarte español para haberse
hecho con el triunfo.
Con todo, parecía que quedaba algo más en la recámara y ese
algo más no ha sabido o no ha podido mantenerlo Valverde,
que en muy pocos kilómetros del último puerto del Tour, y no
en el más duro, ha perdido el segundo puesto, ha perdido,
también, el tercero y ya veremos si al final, tras la etapa
contra el crono del sábado, es capaz de hacerse con alguno
de los puestos del podium. Con el primero no, con el segundo
es muy difícil aunque con el tercero es muy posible,
suponiendo que no se vuelva a dejar comer la merienda.
Es lo que tenemos y no podemos hablar aquí de mala suerte,
aquí estamos, también, en el deporte, en una verdadera y
profunda crisis, que se viene disfrazando un poco por esos
dos triunfos, a nivel europeo, del Sevilla en la UEFA o del
Madrid en la Champions. Lo demás, lo nuestro propio, ha
vuelto a los puestos de la reserva, porque nos hemos ido
quedando dormidos con los logros que se venían obteniendo,
logros que incluso, en las últimas semanas, ha dejado de
conseguir Nadal, por el empuje de otros a los que él mismo
había desplazado anteriormente.
Se nos agotan los recursos. No tenemos, al menos por ahora,
ningún acicate que nos motive a la recuperación y es que las
Olimpiadas de Río de Janeiro no nos van a decir nada,
Mundial de Rusia menos, aunque podríamos recordar aquel
triunfo sobre los soviéticos en una de las primeras Copas de
Europa de naciones, aquella que se disputó en España, con
pocos equipos es cierto, y que se festejó más que nada, por
haber vencido, nada más y nada menos que a la Rusia del
momento, aquella Rusia tan alejada de todo y, especialmente,
de lo que era la España de la década de los años 60, con D.
Francisco, todavía, en sus plenos cabales y con los rusos a
los que se consideraba como los gestores de todo lo que
llevaba a los infiernos. Hoy es otra cosa, pero nuestras
reservas se agotan.
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