Apenas habían pasado unas horas que el subsecretario del
Ministerio de Interior, Lus Aguilera, y el director general
de Pritección Civil, Juan Días, habían abandonado la ciudad
cuando las colas para acceder al país vecino por la frontera
del Tarajal convertían en un verdadero caos de tráfico la
Nacional 352, llegando las colas de vehículos a la altura de
donde se ubica la gasolinera del Chorrillo.
Sobre las seis de la tarde, la circulación por la citada
carretera ya se tornaba lenta, aunque fue sobre las siete o
siete y media cuando el caos se apoderó de la vía. Los
conductores y los pasajeros, sobre todo los que llegan desde
diferentes países europeos, se bajaban de los coches para
estirar las piernas y muchos otros lo hacían para cobijarse
bajo la sombra, ya que en ese momento estar dentro de un
vehículo con el motor en marcha se convertía en algo
intolerable.
Los agentes de la Guardia Civil intentaban poner un poco de
orden en la zona, sobre todo en los cruces que dan entrada
al Hospital Universitario y a los polígonos del Tarajal. Las
salidas también se conviertieron ayer en un una trampa para
los que estaba al volante, ya que salir de uno de los
cruces, pese a estar regulado por la Guardia Civil. llegó,
por algunos momentos, a convertirse en una misión imposible
de alcanzar.
Eran más de dos kilómetros de cola los que ayer había y,
además, sin la posibilidad de que la cola mejorase y, por
ende, los vehículos recorrieran distancia alguna.
Pero ayer este periódico pudo comprobar como en la rotonda
que es antesala de la frontera, los vehículo no se pueden
parar. Los agentes de la Guardia Civil destinados en la zona
no permiten que se formen aglomeraciones de vehículos y no
permiten que paren ni tan siquiera.
La desesperación se apoderó de muchos conductores, algunos,
incluso, que lamentaban como no podían dirigirse a sus casas
tras regresar de sus ocupaciones laborales. Otros lo hacían
tras haber recorrido muchos centenares de kilómetros.
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