¿A qué esperan…?. ¿A qué
esperan…?”. Son palabras que escuché la semana pasada y que
fueron pronunciadas por Miguel Ángel Moratinos, que fue
representante de la Unión Europea para el proceso de paz
árabe-israelí entre 1996 y 2003. Expresaban la indignación,
la repulsa ante lo que está sucediendo en la Franja de Gaza;
con el lamento por la inoperancia y la indolencia de la
diplomacia y los organismos internacionales.
A lo largo de la historia los enfrentamientos bélicos han
sido una constante, siendo el siglo pasado un ejemplo donde
el paroxismo de la violencia llegó a unos niveles, donde la
crueldad y el ámbito de los países y personas que sufrieron
las consecuencias llegaron a límites insoportables. Después
de la última gran guerra y una vez creada la Organización de
las Naciones Unidas, se habían establecido los mecanismos
para que el diálogo evitara en lo sucesivo que las
diferencias se dilucidaran en los campos de batalla.
Es cierto que se han conseguido avances y se han reconducido
conflictos, pero a la vista de lo que está sucediendo en
Gaza y en otras escenas de conflictos internacionales,
Ukrania, Irak, Siria, bolsas de violencia y radicalismo en
otras zonas de África, donde los extremismos intransigentes,
intolerantes y antidemocráticos, pretenden conseguir sus
objetivos con el ruido de las armas; los resultados de los
organismos internacionales no pueden ser más pesimistas. Los
enfrentamientos no se producen en campos de batalla, quienes
sufren las más graves consecuencias son los más inocentes,
la población civil, especialmente los niños y las madres que
gritan y corren despavoridas buscando un refugio, para
protegerse de los proyectiles.
No se va a negar que en el conflicto palestino-israelí el
Sr. Obama ha trabajado reiteradamente por encontrar
soluciones. Han sido múltiples las visitas de sus
representantes para que los dirigentes de los grupos
enfrentados pudieran entenderse. Sin embargo, en el
conflicto de Gaza parece haberse instalado la indiferencia
en todos los órdenes internacionales. No se puede admitir
que sigan muriendo inocentes. Quienes están ganando y
saliendo reforzados son los extremismos totalitarios y
radicales de ambas partes. Es condenable el asesinato de los
tres jóvenes israelís, pero también es abominable el
asesinato posterior del joven palestino, así como los de
centenares de civiles y las sangrantes muertes de niños,
cuyo delito ha sido estar jugando en una playa, por ejemplo.
El Estado de Israel tiene derecho a defenderse, pero no se
puede justificar que sea a costa de una masacre. Estoy
convencido que en Israel y en todo el mundo hay hebreos que
no comparten la defensa con la venganza, el respeto al
Estado de Israel con centenares de muertes indiscriminadas.
Es necesario que callen las armas, que los soldados vuelvan
a sus cuarteles y la solución quede en manos de los
dirigentes de ambas partes capaces de entenderse. Cada
minuto que continúa el conflicto la humanidad pierde más
dignidad. Cuando muere un inocente, independiente de
ideologías o creencias religiosas el mundo es menos justo.
Paralelamente a lo que sucede en Gaza, otro suceso ha venido
a cargar sobre la conciencia de la humanidad, el derribo del
Boeing 777 con la muerte de 298 pasajeros, parece ser que
debido al conflicto independentista en la frontera ucraniana
con Rusia. Otro proyectil fruto de la barbarie y de la
violencia ha causado la muerte de centenares de inocentes.
Vuelvo a insistir en lo que decía Miguel Ángel Moratinos, ¿A
qué esperan…?, para que Vladimir Putin y el Gobierno
Ukraniano ordenen el cese de las hostilidades, y que no
priven los intereses imperialistas sobre las soluciones
basadas en el diálogo y la paz.
Volviendo al conflicto palestino-israelí, que ya lleva cerca
de 100 años desde que se iniciaron por primera vez las
hostilidades entre los dos pueblos, voy a hacer un breve
repaso a algunas fechas que ofrecieron decisiones y noticias
para la esperanza y la paz: Después de la proclamación del
Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, tenemos que llegar
a noviembre de 1991, cuando se celebra en Madrid la
Conferencia de Paz que pone las bases para el inicio del
entendimiento entre israelíes y palestinos. El 13 de
septiembre de 1993, Isaac Rabin y Yaser Arafat, firman en
Washington una Declaración de Principios que otorga la
autonomía para Gaza y Jericó. El 4 de mayo de 1994 los
anteriores presidentes mencionados firman en El Cairo la
puesta en marcha de la autonomía palestina. Nuevamente se
vuelven a reunir el 28 de septiembre de 1995 en presencia
del presidente estadounidense, Bill Clinton, y firman en
Washington el Acuerdo Oslo II o de Taba.
Ante el clamor y la impotencia que pienso sienten muchos
ciudadanos, al margen de zonas geográficas, ideologías y
creencias, no quiero terminar sin dejar un margen, una vía
creíble para la paz, la esperanza y la posibilidad de
convivir todos en un mundo pacífico y en concordia, y donde
los conflictos, especialmente el palestino-israelí, quede
solo para los libros de historia. Eso puede ser posible, no
puede quedarse en una quimera. Israel, Palestina, Obama,
Putin, las Naciones Unidas, los Países Árabes, China y la
Unión Europea tienen que redoblar esfuerzos, poner toda la
inteligencia política sobre las mesas de negociación y
hablar, dialogar y dialogar hasta la extenuación, para no
cansarse de seguir dialogando hasta que la paz quede sellada
y como única alternativa. Todos los seres humanos tienen
derecho a vivir, con dignidad y sus necesidades básicas
garantizadas. ¿A qué esperan los organismos
internacionales…?
Finalmente quiero mencionar la Propuesta del PSOE, aprobada
por todos los grupos políticos de la Asamblea de la Ciudad
para que Ceuta forme parte del movimiento internacional
“Alcaldes por la Paz”. ” Es un movimiento cívico y social
que une e implica directamente a las entidades locales como
motor de impulso ciudadano para fomentar el respeto entre
las culturas, la erradicación de la violencia, la
eliminación de la pobreza y desarrollo integral del ser
humano” .” Propugna crear en Ceuta un espacio de debate y
reflexión, con participación de todas las representaciones
culturales y religiosas, instituciones y organizaciones
capaz de formular posicionamientos unánimes por el fin de la
violencia y una convivencia real y efectiva entre las
personas y los pueblos, que sea la voz de nuestra sociedad y
que reaccione ante cualquier conflicto con un llamamiento a
la Paz creando conciencia en la opinión internacional.”
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