Cada vez que iba apareciendo una
universidad nueva, aquel lugar donde era implantada, se
celebraba ese nacimiento, porque algo nuevo y algo bueno
estaba sucediendo en aquellas ciudades.
Hoy parece que la Universidad, en vez de ser lugar de
formación, es el lugar de simples reivindicaciones de todo y
muy especialmente reivindicaciones de lo absurdo.
Y es que absurdo y bochornoso me parece que están siendo los
últimos acontecimientos que se vienen dando en la
Universidad Complutense de Madrid y más concretamente en la
Facultad de Geografía e Historia, donde parece que la
capilla sobra para el decano y para otros “titiriteros” de
su cuerda.
Lo más chocante de todo esto es que esta marcha “ad absurdum”
suceda en esta Facultad, donde parece que se ignora que las
universidades nacieron a la sombra de las catedrales, con lo
que no comprendemos como un supuesto conocedor de la
historia, también de esto, ataque frontalmente a la parte
más inofensiva, al lugar que menos reclama, dentro de la
propia Facultad.
Cada día estoy más convencido de que la universidad de la
que presumimos los que somos y hemos sido universitarios
está cambiando más que el resto de la sociedad, con rumbo “a
no sé donde”. Y en ese rumbo se está atacando, se viene
atacando, desde hace años, a todo aquello que tiene que ver
con la Religión Católica, curiosamente, en un país en el que
hoy mismo sigue teniendo como base de su sentido de ser esta
mismo confesión.
Los signos y los símbolos de la Religión Católica desde hace
varios años parece que estorban a la progresía barata que es
lo que más se lleva hoy.
Primero se comenzó con hacer desaparecer de las aulas, o de
muchas de ellas, los “cristos” que a nadie molestaban, ni
nada estorbaban. Yo mismo escribí no hace más de un par de
años, en esta misma columna, que en los muchos años que
llevo como docente y en los otros muchos que fui discente
jamás había observado que ningún “cristo” hubiera descendido
en el aula para hacer un examen o para ayudar a hacerlo a
ningún alumno.
Ahora tengo que decir otro tanto sobre la capilla de la
Facultad de Geografía e Historia de la Complutense, y es que
en ese pequeño espacio para la oración o la reflexión,
todavía nadie ha podido demostrar que ninguno de los que ahí
asistían a rezar o a oír misa iban a esos actos cargados de
alcohol, drogas o algo parecido.
¡¡Ya está bien!! Y lamento muy especialmente que un decano,
un rector y todo su séquito, mirando a ciertos sistemas que
quieren ponerse de moda, dejen de lado, rechacen lo que es y
lo que significa la capilla para los muchos creyentes que,
todavía, van a la Universidad.
Como alumno que fui, en la Facultad de Ciencias Políticas,
de la Complutense no puedo por menos de rechazar las
acciones del decano de Geografía e Historia y el apoyo que
pueda recibir, si lo recibe, del rector.
Esto lo rechazo y tendría que decir tanto a las autoridades
educativas, como a los organismos eclesiales que, en casos
como éste, tendrán que mojarse, salvo que les parezca a unos
y a los otros que el cierre de la capilla de la Facultad de
Geografía e Historia, en la Universidad Complutense de
Madrid, es algo baladí.
Particularmente, y debo decirlo, no soy de las personas que
acuden a diario a cualquiera de las capillas de las
universidades o de fuera de ellas, pero sí puedo asegurar
que respeto y apoyo a todos los que lo hacen, porque piensan
que deben hacerlo, sin que molesten a los demás.
Además, para los mal informados, aunque sean decano o
rectores, por ejemplo, España hoy es un Estado aconfesional,
no laico, por si alguien sigue sin distinguir lo que es una
cosa y la otra.
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