En el festejo que se celebró el
pasado miércoles en la plaza de toros de San Fernando, con
motivo de la feria de Nuestra Señora del Carmen y de la Sal.
Se lidiaron reses de la ganadería de Julio de la Puerta y
Castro, justas de presentación y de juego, siéndole pedido
el indulto con mucha fuerza al tercer burel de la tarde
lidiado por Galván. Torero que resultó ser el máximo
triunfador tanto artísticamente como en la consecución de
trofeos recibidos. ¡Qué manera de realizar el torero de
David Galán con tanta dimensión!, cortando 4 orejas y 2
rabos con fuerte petición del indulto de su primero; ‘El
Fandi’ cortó 4 y Juan José Padilla 3. Saliendo por la Puerta
Grande los tres espadas a hombros de los capitalistas.
Hubo alrededor de tres cuartos de público en los tendidos,
en tarde muy calurosa y con algo de viento que molestó
levemente en algunas fases del festejo. El banderillero de
la cuadrilla de Galván, Álvaro Núñez, se desmonteró en el
sexto de la tarde, siendo aplaudido también Rafael Limón con
los garapullos. ‘El Fandí’ sufrió un pitonazo en una de sus
rodillas continuando la lidia y Galván al realizar la suerte
suprema ante el sexto de la tarde, se tiró por derecho para
matar a la res dejándose morir jugándose una cornada, siendo
socorrido por todas las cuadrillas. Afortunadamente fue un
topetazo temiéndose algo peor inicialmente.
El coso necesitó un remojón en la segunda parte del festejo
para haberse evitado tanto polverío. Y a un vendedor
ambulante otro, aunque fuera de agua salada en sus pies, al
apestar más que las zahúrdas. ¡Qué fetidez echaban!, cuando
se sentó detrás mía con ese tufillo de tan repugnante cante
de mugre rancia, con esa caló que hacía que quitaba las
‘tapaeras’ de todos los sentíos.
Ah, se me olvidaba indicar en esta introducción del festejo
que, Juan José Padilla ‘Ciclón de Jerez’, a la muerte del
tercer toro se fue al burladero donde estaba Galván
refrescándose antes de recoger los trofeos conquistados, y
lo felicitó por la faena realizada. Gesto de mucha dignidad
que honra al maestro jerezano.
David Galván a su primero marcado con el número 9 lidiado en
tercer lugar. Nada más desplegar el capote desparramó a la
verónica su esencia y empaque torero, siendo jaleado con
profundidad y tronío. En el caballo cuidaron al toro. Y en
banderillas cumplió la cuadrilla. La faena de muleta se la
brindó al respetable en el centro del anillo. Y la comenzó
con mucha torería cargando la suerte en cada muletazo
componiendo la figura. Realizando en su conjunto una faena
excelsa y sublime al alcance de muy pocos, porque este chico
tiene mucha dimensión y cada día torea mejor tanto con la
derecha como por naturales, manoletinas, pases de pecho,
desplantes levantando al público de los tendidos.
Posteriormente se pegó un arrimón siéndole gritado desde los
tendidos “¡Torero! ¡Torero! Porque en verdad es que, San
Fernando tiene ya a un joven torero desde las zapatillas a
la castañeta, que pasará a los anales de la historia de la
tauromaquia local y en el transcurrir de los años de otras.
Por ello, cuando se dispuso a finiquitar al toro, le pedían
que no lo matara, pero el presidente se resistió a conceder
el indulto mandándole un recado al espada. Tras terminar
Galván con la res, le concedieron las dos orejas y el rabo
con mucha fuerza, siendo paseadas en la triunfal vuelta dada
al anillo. Siendo pitado el presidente por no conceder el
indulto.
Con el que cerró plaza marcado con el número 58, Galván lo
lanceó con mucha majestuosidad formando con el capote otro
jaleo importante, llegando los olés hasta la estatua del
maestro Camarón y a la Venta de Vargas, cimbreando los
cuadros de los artistas colgados en sus paredes, por el
embrujo torero percibido. El toro fue mal picado, probándolo
Galván en un quite por chicuelitas y revolera. En banderilla
lidió muy bien Miguel Ángel Sánchez, desmonterándose Álvaro
Núñez por sus dos grandes pares colocados, siendo aplaudido
también Rafael Limón. La faena de muleta tras brindarla, la
comenzó con unos doblones con mucho regusto para ya en el
tercio comenzar a desparramar el tarro de sus esencias,
marcando la figura sonando el pasodoble Puerta Grande,
augurando la gran sinfonía torera que realizara al son de
los compases de los maestros músicos, llegando las corcheas
y el toreo de Galván a los tendidos clamorosamente. El
diestro exprimió al toro hasta dejarlo exhausto en el
arrimón que se pegó, no cabiendo entre el toro y él ni un
papel de fumar. Cuando ejecutó la suerte suprema entró por
derecho a matarlo dejándose morir él, siendo empitonado muy
feamente, cayendo al albero a merced del toro, siendo
socorrido por las cuadrillas. Se repuso y al doblar las
manos la res, le fueron concedidos las dos orejas y el rabo.
Dando una sentida vuelta al ruedo acompañado de numerosa
chiquillería.
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