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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 16 DE JULIO DE 2014

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La barbarie se instaló en la frontera del Tarajal

El conflicto generado en la jornada de ayer por los porteadores que mostraron su malestar con los aduaneros y Fuerzas de Seguridad del Reino de Marruecos en forma de episodios violentos contra los agentes españoles de la frontera del Tarajal, es un nuevo despropósito consecuencia de una aglomeración masiva de varias miles de personas dispuestas a un asalto violento. Este descontrol ha supuesto un conflicto en el que, nuevamente, se han visto envueltas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado españoles, que han sufrido la barbarie de quienes arrojaban piedras y herido a 28 policías.

Hechos de esta naturaleza no han de repetirse porque el tránsito fronterizo bien se sabe que obedece a los lógicos controles de seguridad y nunca puede convertirse en un campo sin vallar por razones obvias. Ahora bien, la frustración de quienes intentan pasar a toda costa, no es asumible por la zona fronteriza española, ya que la vigilancia que se presta es una exigencia de control tan obligada como necesaria. Emprenderla a pedradas en forma de lluvia (un camión se llenó con las piedras recogidas en 600 metros), ni se puede permitir ni es la forma de realizar “presión” para transitar. Tal barbarie, ha de repelerse con contundencia, porque el desorden público conlleva a otras esferas más violentas y peligrosas que alcanzan otras cotas.

Ni se pueden ni se deben permitir que hechos de esta naturaleza vuelvan a repetirse. La zona fronteriza no ha de convertirse en un campo de batalla entre porteadores y agentes policiales. La violencia hay que erradicarla de raíz en evitación de males mayores. No caben contemplaciones porque el caos jamás puede imperar por encima de la ley.
 

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