Llevan cuatro años en sus casas y parece que hubieran pasado
veinte. Los vecinos de las VPO del Monte Hacho están
desesperados con los problemas que van surgiendo en cada
rincón de sus viviendas y así se lo han trasladado a EL
PUEBLO. Las casas tienen muchas deficiencias, algunas
compartidas, y otras propias de si es una casa baja o una
alta, como es el caso de una mujer en cuyo dúplex se escucha
el continuo trasiego de vecinos que andan al ras de donde
está su salón o de niños que juegan en ese espacio a falta
de un parque de juegos en la zona. Las paredes son de pladur
y no ayudan a aislar el ruido, pero además se rompen con
facilidad como ha podido comprobar EL PUEBLO en casa de una
de las vecinas, que cuenta como en la mudanza, al entrar con
la nevera, se abrió un hueco en la pared que todavía no han
podido tapar.
Paredes de papel
Esta falta de consistencia por dentro también hace que los
cables se hagan un revoltijo y uno de los vecinos explica
que para poner internet en su casa, el cable no se ha podido
introducir por dentro de la pared a través de un macarrón,
sino que se ha tenido que colocar por fuera y grapado a la
pared. “Los techos están abombados, el hueco del ascensor es
pladur y cada vez que hay viento provoca un efecto chimenea
y los tabiques se mueven”, denuncia este propietario para
contar como las escaleras tienen puertas de hierro que se
las está comiendo el salitre y que el cuarto de contadores
ni siquiera tiene ya puerta porque se ha “deshecho”.
En las zonas comunes se puede ver como los suelos flotantes
están partidos. Mientras, las losas las han tenido que ir
cambiando porque se han roto en varias ocasiones. Una vecina
explica que ella se ha caído en varias ocasiones al pisar
sobre ellas. Hay muchas sueltas y los propietarios tienen
miedo de que los niños de la urbanización sufran un
accidente.
Los ventanales son una de las partes que más preocupa a toda
la comunidad. Son muchos los que han visto como, a raíz del
viento, se han descolgado los de sus casas y temen que uno
caiga y pueda dañar a alguna persona. En el Hacho se
registran ráfagas de viento de hasta 100 kilómetros hora y,
según explican los vecinos, las sujecciones de las ventanas
no son seguras.
Por otro lado las paredes rezuman agua y así lo mostraba una
vecina que contaba como se filtra el agua. “A diario no nos
damos cuenta porque fregamos, pero nos fuimos de vacaciones
y se inundó toda la habitación”, transmitía. Mientras, los
revestimientos de madera de las viviendas están destrozados
y envejecidos.
Ante esta situación, algunos vecinos han optado por hacer
sus propias reformas. “Emvicesa y la constructora no ha
hecho nada, se pasan la pelota unos a otros”, lamentan los
vecinos para reivindica una actuación urgente. Ellos,
mientras, siguen pagando religiosamente su hipoteca.
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