Los vecinos de la zona de Arcos
Quebrados soportan tal grado de deficiencias y abandono, que
bien pueden considerarse los parias desposeídos de derechos,
abandonados a su suerte o mala suerte, carentes de lo más
esencial en unos servicios que pagan pero no reciben. Una
estafa moral y política que debería sonrojar a alguien, a la
vista de los documentos gráficos y el contenido de la
información que hoy publicamnos en esta edición. No es de
recibo que doscientas personas sufran tal grado de
carencias, que hacen insoportable su existencia y convierten
a ésta en un verdadero suplicio.
Un gran sovacón que iba a ser el destino frustrado de una
gasolinera que quedó en proyecto convertido en depósito de
fecales es inhumano y el mejor indicativo del estado de
abandono de una zona que pide a gritos unas actuaciones
urgentes y salubres, que impriman higiene, atención a los
servicios básicos y eviten los focos de infección que
denigran la vida de unos ceutíes que conviven con las
miserias de su enclave y con el olvido de los políticos
dirigentes. Sanidad debería darse una vuelta por este lugar
no tan recóndito como pudiera parecer, y al igual que
levanta actas de inspección en locales, informar “a quien
correspondan” en qué formas de vida se desenvuelven estos
vecinos.
Convivir con serpientes y roedores, carecer de conducciones
de aguas fecales y pluviales, con alumbrado público precario
y una absoluta falta de higiene en zonas públicas, pese a
pagar los impuestos, es de un escandaloso despropósito que
exigiría un estallido social de repulsa contra quienes le
confinan a vivir de manera tan primitiva. En una institución
donde se manejan 220 millones de euros, que aún haya zonas
en estas condiciones es de verdadero Juzgado de Guardia.
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