En los tiempos de temporal político con cambios generacional
en la política de nuestro país, hay un tema que nadie se
atreve a tocar, que entusiasmaría a los ciudadanos a dar la
confianza al partido que lo plantee para las próximas
elecciones. Mucho se habla de un cambio en la Ley electoral,
pero nadie se atreve a proponer fijar un tiempo máximo para
ocupar cargo político, ya sea por participación en unas
elecciones o por designación directa. Me refiero a un
mandato máximo de dos legislaturas para cualquier político o
cargo de libre designación, esta cuestión es una reclamación
de la sociedad española después de ver la cantidad de
políticos involucrados en casos de corrupción con dinero
publico. El perpetuarse en los cargos públicos es malo para
la política de un país y más para España, donde la picaresca
del español termina trabajando para enriquecerse y no
ocupándose de los problemas de los ciudadanos.
Después de cada proceso electoral, los nuevos mandarines
nombran a gente de su partido y quitan a funcionarios
valiosos, condenados a quedarse sin trabajo pero con sueldo.
Un destrozo económico y humano.
Hay un modo de despilfarro del que no se habla casi en
España y mucho menos en Ceuta, sin embargo, es tan dañino
económica como moralmente. Yo diría que es aún más perverso
que ese absurdo tirar el dinero en las ocurrencias públicas
y privadas que tanto se denuncian y discuten. Por supuesto
que hacer obras estúpidas y caras utilizando dinero público
es una notoria indecencia. Espero que lo hayamos aprendido.
Pero el despilfarro que quiero aquí señalar horada también
la estima personal y la riqueza más profunda de nuestra
ciudad, y por eso seguramente es una perversión más honda y
lesiva que enterrar recursos en construcciones, eventos y
mordidas. Cuando en estas cosas se acaba el dinero, aparece
ante el público toda la osadía y la desvergüenza de los
responsables como un panorama de ruinas y causas criminales.
Pero el otro despilfarro es peor, porque no depende solo del
dinero, sino de la ausencia de pautas de cooperación y del
triunfo del sectarismo político y la intolerancia, entre sus
pliegues vuelve a adivinarse el viejo caciquismo hispano. Y
aunque sus consecuencias no son tan espectaculares como
aquellas, minan, sin embargo, en silencio la moral de
nuestra sociedad, y desbaratan los hilos de la cooperación
colectiva en asuntos de demasiada importancia.
Siempre que hay unas elecciones, de cualquier ámbito que
sea, se producen cambios numerosos y drásticos en parte y no
poco importante del personal que presta sus servicios en la
Administración Local. Los nuevos mandarines proceden
inmediatamente a nombrar en subdirecciones, cargos de
confianza, viceconsejeros y figuras parecidas, a personas
que pertenecen a sus partidos, círculos o simpatías sin
ningún tipo de cualificación reconocida . En definitiva,
gentes de la propia persuasión, de la propia cuerda. Lo que
resulta de ello es que la mayoría de aquellos que
desempeñaban tales funciones pasan ahora a habitar un
espacio profesionalmente incierto. Se trata de cientos, de
profesionales de alta formación, cuya potencial aportación a
la fuente de la riqueza social se ignora, se despilfarra.
Se dice que para muestra un boto, pues solo hay que ver como
un alto funcionario de la administración local, que obtuvo
su puesto legalmente, es desterrado, olvidado, ignorado e
incluso insultado en su puesto de trabajo, dejando que
personas sin la cualificación necesaria, ocupen su puesto,
vulnerando incluso la Ley. Pero aquí no acaba todo, hace
poco ese funcionario denuncio a la administración y gano el
juicio, la sentencia especificaba claramente que las
actuaciones que se habían realizado hacia el funcionario
eran ilegales, pues bien la administración hizo caso omiso a
esa sentencia firme, reafirmándose en su actuación contra el
funcionario. Al final el tema llegara a juzgado de lo penal,
espero que el funcionario gane el pleito, sea indemnizado y
vuelva a su verdadero puesto de trabajo. Y mi pregunta es la
siguiente, ¿cuando ese funcionario gane el juicio y lo
tengan que indemnizar, el dinero saldrá de las arcas
publicas?. Hoy me refiero al despilfarro político del
personal de la administración que no se utiliza
adecuadamente, la cantidad de profesionales de nuestra
administración local, magnifico profesionales que no dejan
los políticos que realicen su trabajo para el servicio de
los ciudadanos de nuestra ciudad.
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