Ya comienzan las encuestas sobre
la llegada de turistas, desde el exterior a nuestras
tierras, y más concretamente en busca del sol y de la playa.
La cosa, en cuanto a la cantidad, no parece que vaya mal,
pero en cuanto a la calidad o en cuanto a lo que se van a
gastar parece que va por otros derroteros.
Compañías hoteleras, todo tipo de restaurantes, terrazas de
bares e incluso empresas de transportes están con los brazos
abiertos, esperando el “maná” que venga de fuera de nuestras
fronteras y que haga que este verano se rompan todos los
límites que ya se han superado en años precedentes.
Sin embargo, lo primero que se ha detectado es que, desde
dentro o desde fuera, llegan gentes, muchas, pero cada vez
con menos dinero para gastar, con lo que el gasto medio de
los visitantes extranjeros va cayendo a un buen ritmo y
ahora mismo se prevé que esta caída puede ser este año del
3%.
Esto, por lo que respecta a los de fuera, pero la
compensación hay quien la busca ahora en los turistas de
corte nacional, algo que el pasado año fue muy corto y se
redujo a la situación numérica de hace diez años.
De momento, pues, todo ello es una incógnita, que no se ve
desde qué punto se puede ir despejando.
Lo que no cabe duda alguna es que hay optimismo en las
empresas que, en alguno de los aspectos, se dedican a
prácticas turísticas. Eso del optimismo es cierto, pero ser
optimista no cuesta dinero, ni mete más fondos a la caja, y
esa caja habrá que ver como se va moviendo.
Los dos años precedentes, en la temporada alta,
julio-septiembre, marcaron auténticos records, con una
afluencia muy grande, por encima de los 20 millones de
turistas extranjeros. De seguir así, aquellos destinos
españoles en los que se oferta sol y playa podrían tocar
techo, en cuanto a la llegada de gentes venidas de fuera.
Ahora bien, todo sería muy interesante si esos turistas que
nos visitan dejaran aquí muchos de sus ahorros, cosa que no
parece que se esté dando últimamente.
Sol y playa, desde hace años, ha sido el reclamo para
ingleses, alemanes o nórdicos. Había otros lugares de la
cuenca mediterránea que, se estaba llevando potenciales
turistas que podrían venir a España pero, afortunadamente
para nuestras empresas turísticas, la inseguridad y los
problemas en esos territorios ha hecho que los dos últimos
años haya sido España la que se ha hecho con una buena
clientela procedente de otros mercados.
Ahora bien, buscar en España un turismo que se asiente,
únicamente, en el sol y la playa es competir con muy poca
cosa, porque España tiene lugares en los que hay sol, pero
no existen playas, en donde su historia, su gastronomía, su
seriedad y su seguridad deberán ser valoradas, de verdad.
Galicia tiene playas aunque le falte el sol muchos días,
pero sus paisajes, su gastronomía y las actuaciones de sus
gentes pueden suplir, muy bien, todo ese binomio del
“sol-playa”.
Castilla-León tiene sol, buen tiempo y nada de playa, pero
aquí se come muy bien por tener una gastronomía buena y muy
variada, Castilla-León debiera tirar del turismo de fuera
para conocer mucho mejor el origen de la auténtica España.
Extremadura, la gran desconocida, debiera dejar de serlo,
porque ella sola podría mantener a toda Europa. El
desconocimiento de Extremadura es algo incomprensible.
Una vez llagados a este punto, es el momento de mantener lo
que tenemos, pero también de abrir otras rutas si es que, de
verdad, queremos que una de las fuentes de riqueza, en
nuestro país, sea el turismo, desde Ceuta hasta Gerona,
desde Melilla hasta Santiago de Compostela. Se necesita,
además de cantidad, también, calidad y esa calidad no es
quedarnos sólo en el sol y la playa, eso debe quedar muy
claro.
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