Buenos días, Ceuta.
Sigo tomando el sol, aunque tamizado por espesas nubes, en
el rincón favorito de determinada playa de cualquier punto
de nuestras costas marineras.
Sentado en una de esas sillas playeras malditas, de asiento
y respaldo plastificados que cuestan una barbaridad abrirlas
y mucho más cerrarlas, con un pie hundido en la arena, fría
por lo demás, con el otro cabalgando sobre la rodilla que
antecede al que está hundido, contemplo el horizonte
remarcado por las costas africanas en lontananza, en una
pose que conforma a todo este conjunto como una viva estampa
de viejo holgazán.
El título de esta opinión tal vez les haga creer que estoy
en Torredembarra (Tarragona), si fuera así no vería en el
horizonte las costas africanas, como mucho las de las islas
Baleares y eso con telescopio.
Escribo sobre ello como ejemplo de lo que sucede, y
sucederá, en los cientos de municipios de este país cuando
algún que otro ciudadano se presente a candidato de algo y
sea elegido. Se creerá con derecho a pernada, en sentido
figurado claro.
La detención del alcalde de Torredembarra, una más, hace
engrosar la lista de los políticos presuntos corruptos hasta
límites increíbles… la verdad es que no es para tanto,
habida cuenta de que el país está poblado de corruptos desde
los tiempos de Isabel La Católica pasando, bastante tiempo
después, por el guapo Godoy.
Torredembarra es un municipio a 13 km de Tarragona, hacia el
norte, y a 60 km de Barcelona, hacía el sur y es
eminentemente turístico por cuanto su población es de algo
más de 15.000 habitantes en invierno y de más de 60.000 en
verano.
A principios de los 60, en el verano de 1966 lo visité por
primera vez, era un pueblo costero que gradualmente, al paso
de los años, se convirtió en un centro turístico de primer
orden y donde he pasado innumerables veranos disfrutando de
sus playas.
Volviendo al caso, la detención del alcalde y de cinco
concejales, por corrupción, no fue ordenada por ningún juez
sino que fueron detenciones policiales por delitos contra la
administración pública.
La denuncia, interpuesta por el secretario municipal ante la
Oficina Antifraude de Catalunya, se basa en la contratación
de una consultora externa por 18.000 euros mensuales, como
una pequeña muestra de las numerosas irregularidades, según
la denuncia, que cometía el alcalde que siempre iba a la
suya, aún con informes contrarios, haciendo un Ayuntamiento
paralelo, a su medida.
Si por este hecho meten en el calabozo a un alcalde, de CiU
por más señas, que actúa como un cacique… ¿Por qué no
encierran a tantos políticos corruptos como hay en el PP?
¿Sólo a un cabeza de turco llamado Bárcenas?
Claro que no. En este país no se puede encarcelar a los
amigos del Gobierno ni del Partido Popular, ni a sus propios
militantes (salvo los cabezas de turco), el juez que lo haga
será enviado al paredón, perdón, digo al banquillo de los
acusados… camino de ello va el juez Castro y no creo que
tarde en jugar al chinchón con Garzón, Silva, etc. Ojalá me
equivoque.
Está siendo una constante española eso de municipios
costeros regidos por políticos corruptos, Marbella y otros
como ejemplo, que está dando mala fama a la marca España,
adorada por los peperos, y ya comienzan a aparecer alusiones
a los típicos bandidos ‘salvacoños’ de Sierra Morena.
Tantos casos de corrupción, en general, conllevan la
creencia difundida entre algún sector de la política
española sin representación parlamentaria ni ningún otro
cargo, o que se hayan caído de las listas, que en las
próximas elecciones, a las que se presenten, salgan elegidos
y así tendrán opción de efectuar complementos a sus sueldos
por cuenta propia. Total, si saldrán libres siempre.
Yo vetaría, a los que ya tiene la vida totalmente resuelta,
a cargos políticos porque no hacen más que seguir llenando
sus arcas personales y en contrapartida aseguran que
recortando, por crisis o por cuénteme Vd. aquellas pajas,
saldremos ganando todos cuando en realidad sólo ganan ellos.
Esta situación solo atraerá a más fondos buitres y a gente
‘inversionista’ ambiciosa, que ven chollos en cualquier
rincón de este país, hasta en el microscópico grano de arena
que cubre la playa desde donde escribo esto.
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