El incendio que se decreto ayer en
el Monte de la Tortuga y se propagó a los alrededores,
requirió de mucho esfuerzo humano y técnico. Las labores de
extinción que dejaron al personal interviniente exhausto,
precisó de gran profesionalidad, abnegación, esfuerzo y
solidaridad entre todos ellos, además de la coordinación
necesaria para que los intervientes aunaran esfuerzos sin
entorpecerse, contribuyendo a la labores propias para
mitigar lo que, en palabras del presidente de la Ciudad, ha
sido una verdadera catástrofe ecológica.
La lucha contra el fuego y los elementos climatológicos,
como el viento cambiante que provocó que surgieran varios
puntos activos, requería de mucho coraje y de no poca
profesionalidad para mitigar, al máximo, los daños
colaterales que se producen en estos casos. Por fortuna, los
resultados han sido satisfactorios en cuanto a la forma de
actuar y el objetivo cumplido, no sin muchas horas de
denodados esfuerzos por conseguirlo.
Ahora llega el momento de la evaluación de daños que siempre
que se produce una catástrofe de estas características es
muy negativo. Los daños ecológicos siempre son motivo de
preocupación. Sin embargo, no hubo que lamentar desgracias
personales, ni tampoco hubo que desalojar a los vecinos de
la zona afectada. El daño a las propiedades hubiera sido
otro efecto negativo de lamentables consecuencias
económicas.
El buen hacer de todos los intervinientes es el plus de
satisfacción que nos queda cuando se ha tratado de minimizar
al máximo los daños que el fuego causó. Y se ha demostrado
la preparaciÓn de los colectivos actuantes en momentos
críticos.
|