En 1984, Mario Camus llevaba al
cine la novela de Miguel Delibes “Los santos inocentes”,
seguramente el retrato más conocido que se haya hecho de la
servidumbre y la brecha social entre terrateniente y
campesino en nuestro país. En la película, Juan Diego da
vida al señorito Iván. Esa figura, la del señorito, es bien
conocida en los campos de Andalucía. Cayetano de Alba es un
buen ejemplo. Bertín Osborne, de actualidad en los últimos
días tras atacar a Podemos mezclándolo con la demonizada
Venezuela, otro.
Hijo de aristócratas, el señorito Bertín, como no podía ser
de otra forma, siempre se ha sentido de derechas. A los
señoritos andaluces les ha ido bien defendiendo esta
postura. Mientras los jornaleros morían de hambre, ellos
montaban a caballo, disfrutaban de títulos nobiliarios,
cantaban, comían, bebían, reían y ganaban fortunas sin
moverse de la hamaca, el yate o la piscina. Incluso si el
heredero no quería estudiar y le apetecía probar suerte en
el mundo de la música, como hizo el señorito Bertín, podía
hacerlo. Si la cosa no cuajaba, las fincas y los negocios de
papá estarían esperando.
Bertín Osborne dice que Venezuela es un basurero. Curioso.
Cuando uno estudia la lucha antifranquista, jamás se
encuentra con que ningún Osborne dijera algo semejante del
franquismo. El franquismo, al parecer, no era un basurero.
En el franquismo, los Osborne hacían fortuna, el franquismo
molaba. La verdad es que llama la atención que los que jamás
mueven un dedo por los pobres de España anden siempre tan
preocupados por los de Venezuela. El periodista Hermann
Terstch, igual que otros colegas suyos como Alfonso Rojo o
Eduardo Inda, desprecia a los que en nuestro país se
manifiestan por defender los derechos sociales, llama
terroristas a quienes evitan los desahucios de sus vecinos y
aplaude las bajadas de impuestos a los más pudientes. Pero
la situación de un país a miles de kilómetros le tiene en un
sin vivir. A Bertín, igual.
Dice el señorito Bertín que Venezuela es lo peor. ¿Su
argumento? Que él visita Venezuela y tiene familia allí. Su
argumento es su opinión y la de su familia. Un señorito dice
“El chavismo es feo porque yo he estado allí” y debemos
pensar que todo el mundo debe tener la opinión del señorito,
aunque las elecciones las ganen los chavistas. Un señorito
dice que aquello es una mierda. ¿Le preguntamos a los
humildes de allí, que son, precisamente, quienes sostienen
al Gobierno, lo que piensan?
Es normal que al señorito Bertín no le guste Venezuela. A
los ricos, aunque siguen viviendo como Dios en aquellas
tierras, no les suele gustar. A los ricos no les mola eso de
aflojar para que los demás coman. Sin ir más lejos, el
señorito Bertín fue condenado en 2003 a una multa de 900.000
euros y un año de cárcel por un delito de alzamiento de
bienes. A los ricos les molesta pagar impuestos. Son
condenados por chorizos, pero dan clases de moral. Mario
Conde sienta cátedra en Intereconomía.
Para debatir con seriedad no vale el “Yo he estado allí”,
sino los datos. Rajoy puede decir que España sale del pozo.
En cambio, un extranjero puede consultar las estadísticas y
hablar de que uno de cada dos jóvenes españoles no tiene
trabajo, que somos los segundos de Europa en desnutrición
infantil, que uno de cada cuatro españoles es pobre, que los
derechos laborales han desaparecido y que tenemos seis
millones de parados. Aunque nunca haya pisado suelo español,
llevará la razón. Resumen para dummies : Decir “Yo he estado
allí” o “Tengo familia allí” no es un argumento. Y menos aún
si eres un señorito rico de toros y Semana Santa, puro,
tirantes de España, caballos y caspa.
¿Cuáles son los datos de Venezuela? Enumeremos algunos: La
proporción de pobres en 1999 era de un 49,4%. En 2010, tras
una década de malvado chavismo, la cifra había bajado a un
27,8%. Los indigentes eran un 21,7% en 1999. En 2010, un
10,7%. El crecimiento anual entre 2004 y 2012 fue de un 4,3%
y hoy día, Venezuela es el país menos desigual de América
Latina y el segundo en matriculación universitaria. Entre
2000 y 2010, el crecimiento de gastos en salud fue de un 61%
y entre 1998 y 2011, el número de personas que reciben una
pensión por jubilación subió en un 472%. A todo esto debemos
sumarle los continuos intentos de golpes de Estado, de
desestabilización y la guerra económica declarada por los
intereses geostratégicos de Estados Unidos y las grandes
multinacionales, algo imprescindible a la hora de analizar
Venezuela y América Latina y que, en cambio, olvidan siempre
los señoritos que no acuden jamás a una manifestación en
España pero sienten en lo más profundo de su corazón el
dolor de los pobres latinoamericanos. En sólo tres años,
desde el 2000 al 2003, los fondos suministrados por Estados
Unidos a los grupos de oposición pasaron de 230.000 dólares
a los 10 millones.
Bertín Osborne dice que el chavismo se ha cargado Venezuela.
Antes, cuando el 70% de la población estaba excluida y era
analfabeta, a Bertín Osborne le gustaba Venezuela. Es
normal. Seguramente, cuando él iba a cantar para las
oligarquías del país apenas pisaba los barrios pobres. En
Venezuela, sin duda, hay millones de cosas que no funcionan,
pero jamás serán las que señalen Hermann Terstch, Eduardo
Inda o señoritos como Bertín Osborne.
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