Es a lo que ha llegado ya el
Campeonato del Mundo de Fútbol que comenzaba el 12 de junio,
jueves para no caer en viernes y 13, y que terminará el
próximo domingo, con una de estas alternativas:
Europa-América, América-América o Europa- Europa.
Cuatro equipos quedan aún vivos, Alemania, Brasil, Argentina
y Holanda, con lo que decir, de antemano, cual puede ser el
primero y cual el cuarto es un auténtico galimatías, pero
puestos a aventurarnos, la mayor garantía para ser
finalistas la tienen los brasileños, porque el no ganar este
Mundial, en casa, traería una serie de disturbios para los
que quedarán allí que sería, de verdad, traumático.
Y una vez pasada la primera fase, los octavos y los cuartos,
la pregunta que podríamos hacernos es ¿Cómo ha sido, hasta
ahora, el Mundial?. Particularmente, y he visto casi todos
los partidos, me ha parecido bueno y a veces sorprendente
con algunas injusticias, como la vuelta de Francia, Bolivia
o Costa Rica. Pero las cosas son como son, se han tenido que
ir eliminando y los brasileños con más suerte y más ayudas
que nadie, los argentinos con mucha entrega y menos fútbol,
los alemanes, por ser casi los mejores, y los holandeses por
el saber estar de su seleccionador, llegan a las semifinales
de los días 8 y 9.
A continuación, el sábado, partido de consolación y el
domingo la gran final y los “fuegos artificiales”, con lo
que Brasil se quedará con su samba, con sus playas y
esperando a un próximo mundial, bien habiendo ganado éste o
habiéndose quedado con las ganas de ganarlo.
¿Y España qué?. Pues nada de nada, cayó, merecidamente, ante
Holanda, volvió a caer, más merecidamente aun, ante Chile y
a casita de regreso, a buscarse cada uno sus habichuelas
para el futuro, a ver hacia donde se encaminan los unos y
los otros, tras haber estado unos días de excursión en
Brasil. Sin más.
España, en esta ocasión, mejor que nunca, debiera haber
aprendido de otras selecciones que corrieron una suerte
similar, caso Italia, y que tras la derrota los responsables
del equipo han dejado el puesto para otro. Aquí todo es
diferente, cuando ganan son los mejores, reciben hasta
títulos nobiliarios, y cuando pierden, el “asiento” sigue
siendo suyo. Una vergüenza, si es que somos capaces de
mirarlo con frialdad.
Además de todo esto, con muchas improvisaciones, desde la
organización, lo que no podía faltar y no faltó en el
Mundial de Brasil fueron los manejos y los movimientos
oscuros de entradas. Todavía queda eso en el aire, se han
dado cuatro notas y no se han terminado de meter en el
detalle, pero que desde dentro se dediquen algunos a la
reventa es lo que le faltaba al principal organismo
futbolístico para que se le tilde de lo que ha empezado a
ser.
Y la desgracia ha venido con varios lesionados de
consideración, como la fractura de tibia y peroné para un
jugador de Nigeria, a lo que se ha dado poca importancia y
menos publicidad. Lesión, también, de Neymar ante Colombia y
aquí se han puesto en funcionamiento todas las alarmas,
Neymar es brasileño. Por último, él solo se lesionó, me
refiero a Di María que termina el Mundial unos días antes
que sus colegas, con una importante lesión, en uno de los
jugadores que más ha brillado en este Mundial. Al final hubo
de todo para todos, y es que, llegados a esta situación, la
risa anda a barrios.
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