La situación en la que viven los
vecinos de la zona de Arcos Quebrados es de sonrojo político
y de espeluznante sensación de tercermundismo puro y duro.
Que en pleno siglo XXI haya personas que no cuentan con las
mínimas condiciones de habitabilidad en esta barriada es de
un suspenso mayúsculo. El nivel de deficiencias es tal, que
resulta grotesco y escandaloso comprobar que las calles no
están asfaltadas, que carecen de contenedores para la
basura, que el alumbrado público no existe, que la limpieza
brilla por su ausencia y conviven con ratas muertas en la
calle, y que su desastrosa situación supone una barrera
insalvable para algunos vecinos con deficiencias físicas,
con casos como el de una mujer que lleva la friolera de
¡diez años! sin atreverse a salir a la calle por no reunir
las condiciones idóneas para su seguridad, dadas sus
limitaciones físicas.
Todo este cúmulo de bochornosas circunstancias, requieren de
una actuación política urgentísima, para trasladar la
realidad de esta zona al mundo actual y rescatarla del
tercemundismo en el que se encuentra sumida. Que en la Ceuta
actual aún existan parajes tan deprimidos como éste, supone
una afrenta pública y una intolerable situación que no es
defendible desde ningún punto de vista. Un “punto negro” de
tal calibre en la ciudad que ha transformado buena parte de
su fisonomía como tal con los recursos de la Unión Europea,
no puede mantener estas vergüenzas que nos sobrecogen y
abruman. Las personas que viven en Arcos Quebrados se
merecen un mínimo de calidad de vida y, desde luego, que
sean atendidas a la mayor brevedad sus deficientes servicios
públicos esenciales. Tanta precariedad es síntoma de que
allí no se ha ido a pedir el voto nunca.
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