La Consejería de Sanidad viene
realizando un trabajo impecable con la cobertura en sectores
estratégicos con desfibriladores semiautomáticos para la
protección de incidencias graves como síncopes, taquicardias
o paradas cardíacas, que son evitables si se actúa con
celeridad en cuestión de diez minutos. Una actuación que el
propio consejero Aldelhakim Abdeselam considera necesaria
para que ésta sea una ciudad cardiosaludable con todos sus
espacios cubiertos donde hay concurrencias de público “cardioprotegidos”.
Idéntico celo debería mostrar Sanidad con aquéllos enfermos
que tratan de superar sus adicciones con la metadona como
sustitutivo, cuestión que ha sido motivo de crítica por
parte de la coalición Caballas en relación con la Unidad de
Tratamiento de Metadona que no funciona desde junio, al
parecer, por una avería de la furgoneta de la UTIME,
explicación nimia y peregrina, ya que una incidencia de esa
naturaleza no debe anular un servicio por el que Cruz Roja
percibe 125.000 euros, que ha sido renovado por acuerdo del
Consejo de Gobierno el pasado 12 de junio y que despierta
sospechas en la coalición política denunciante, por
producirse en época estival y durante el Ramadán.
Los servicios públicos no pueden estar condicionados por una
cuestión tan soslayable como la avería de una furgoneta, ya
que esta circunstancia no puede condicionar nunca una
prestación esencial, para la que se aporta una dotación
económica importante. El servicio público es mucho más serio
que una excusa tan lamentable como la que se ha dado. Hay
que tener un poco de más respeto al ciudadano y mostrar una
mayor preocupación e implicación en cuestiones como éstas
que no se realizan de favor sino bajo subvención.
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