Dos situaciones muy diferentes y
que ponen a cada uno en su sitio. Pablo Iglesias como
amenizador de cualquier tipo de circo, en tanto que los
Reyes viajan con la seguridad que deben tener, pero
acercándose, cada vez más, al pueblo, como debe ser.
Lo de Pablo Iglesias se veía venir, desde el principio, y su
demagogia no va a ser lo mismo en el Parlamente Europeo de
lo que sería con unas docenas de desencantados, para los que
casi todo vale.
El muchachito éste de la coleta, líder de Podemos y
candidato de la Izquierda Unitaria Europea a presidir el
Parlamento Europeo no podía comenzar con peor imagen en su
andadura de eurodiputado, nada más y nada menos que en el
Pleno de Estrasburgo.
Naturalmente, perdió la votación a la presidencia de esta
institución, cosa que se esperaba, pero a lo que se unió la
llamada al orden por sobrepasar el tiempo de su
intervención.
Poco puede importarle a un “libertino” como Pablo Iglesias
el que el presidente de la cámara le abroncara, por haberse
pasado varios minutos del tiempo que le correspondía.
Primera intervención y primer número circense de “Pablito”.
Y frente a eso de “hacer lo que quiero” y no lo que las
normas me marcan, aparecen los reyes de España, Don Felipe y
Doña Letizia, en su justo sitio, con un talante
correctísimo, en Valladolid, dando la imagen que de ellos se
esperaba siempre y con la transmisión de lo que son capaces
unas personas entusiasmadas.
El viaje a Valladolid, así se conoce mejor España, lo
hicieron los Reyes en AVE, actuando con plena y sincera
naturalidad.
Un viaje normal, cercano a los demás y viajando en un medio
de comunicación cómodo, al mismo tiempo que permitiéndose a
sus ocupantes hacer sus trabajos, como en su propio
despacho.
Y algo que ya se veía venir, los nuevos monarcas no dejaron
pasar un momento para preguntar a aquellos que los
acompañaban todo lo que a ellos y a otras personas puede
interesar. No esquivaban el dialogar con todos los que les
salen al paso, ni dejaban de lado escuchar a quienes conocen
los temas que se van a ir abordando.
Hoy, todo aquel que aspira a progresar, tiene que entrar,
necesariamente, en lo que son y representan las nuevas
tecnologías y, tampoco en esto, los Reyes
se quieren quedar atrás:”Sin innovación y diseño un país no
puede progresar”, palabras de Felipe VI que calaron hondo en
tierras pucelanas. Así, diseñar e innovar contribuyen “a la
creación de nuevos modelos de negocio”.
Y en los premios entregados por el monarca, en Valladolid,
aparece como hombre distinguido Villar Mir, un ex ministro
de la UCD para el que parece que los años no pasan y que
mantiene una idea jamás vista en los empresarios españoles,
sean del corte que sean, cuando parte de la base de que
“España no debe competir con bajos salarios, sino con una
apuesta firme por la tecnología para abrirse camino y ser
competitiva”.
Innovación, apertura al exterior y buenas relaciones fueron
propugnadas en ese viaje a Castilla-León, la comunidad más
extensa de España y en la que la osadía de futuros
separatismos no caben, no se han pergeñado y no llegarán,
tampoco, con las nuevas tecnologías, como no llegaron con lo
anterior.
Y con puntualidad de los ferrocarriles españoles,
naturalmente del AVE, los Reyes se volvieron a Madrid, en
una línea regular, con las comodidades y con los problemas
que el tren puede acarrear, pero cerca de otros viajeros.
Aquí no hubo nota desagradable, habían viajado a
Castilla-León, con lo que eso significa.
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