Desde la noche del pasado sábado día 28 de junio, los
musulmanes ceutíes están viviendo un mes muy importante,
puesto que se trata de dar cumplimiento a uno de los cinco
pilares básicos del Islám. El Ramadán es el cuarto pilar de
la fe islámica y una de las características de esta religión
tan extendida que es de las más conocidas entre las personas
no musulmanas.
Aunque se recomienda en ciertos momentos del año, lo cierto
es que el ayuno es la características más elocuentes de la
fé islámica y se suele relacionar con el denominado Ramadán,
uno de los cinco pilares del Islám.
Concretamente, el ayuno o sawm del mes de Ramadán es el
cuarto pilar del Islám. Fuera de la lengua árabe, la palabra
Ramadán designa más el propio ayuno que el mes en sí.
Durante el mes de Ramadán, que comenzó el pasado sábado por
la noche, los musulmanes ceutíes se sienten obligados a
cumplirlo, siempre que sea posible.
Se efectúa todos los días del mes desde que despunta el día
hasta la puesta de sol y modifica notablemente la vida de
los musulmanes mientras dura. En este sentido, supone una
clara modificación de la vida diaria de los musulmanes. Los
creyentes, incluso, viven más de noche y las personas se
juntan -familiares, amigos, vecinos- para compartir la
ruptura del ayuno.
Precisamente es un mes en el que muchos emigrantes
musulmanes vuelven a sus países de origen para ayunar con
los suyos, en parte porque se considera que el ayuno es más
duro si se realiza en un entorno no musulmán. De hecho, la
Operación Paso del Estrecho suele estar marcada por el
inicio del Ramadán.
Cambian pues los hábitos alimentarios y se preparan, para la
noche, alimentos específicos que suponen un gran aporte
energético.
El Ramadán tiene siete condiciones. En primer lugar, hay que
estar atento al comienzo del mes, siguiendo las fases de la
luna. El Ramadán comienza con el noveno cuarto creciente y
hay que procurar verlo en su primera noche. Quien no haya
visto personalmente la luna, pero le sea confirmada su
salida por alguna persona digna de su total confianza que
haya sido testigo de la aparición del creciente, está
obligado a ayunar al día siguiente.
La segunda condición es la intención. El musulmán debe hacer
un acto de intención la primera noche que precede al ayuno
con el objeto de hacerlo válido. La intención consiste en
que tome claramente la decisión de ayunar al día siguiente
(o el resto del mes según los que no exigen una intención
diaria) cumpliendo con la obligación de guardar Ramadán. La
intención debe ser concreta: no basta con decidir ayunar,
sino cumplir estrictamente con el ritual del ayuno de
ramadán.
La tercera condición es abstenerse de hacer llegar algo a
propósito al estómago sabiendo que se está en ayunas.
Ingerir algo, sólido o líquido, anula el ayuno. Como ‘beber’
y ‘fumar’ se dicen igual en árabe, se entiende que la
abstención incluye el tabaco. Si no se hace a propósito o si
se hace por olvido, no anulan la validez del ayuno.
En cuarto lugar se sitúa la abstención de mantener
relaciones sexuales durante el ayuno. Al igual que la
abstención de procurarse placer sexual en solitario, que es
la quinta condición.
La sexta condición es abstenerse de provocarse el vómito. El
vómito no premeditado no anula el ayuno. Finalmente, no
agredir tanto verbalmente como físicamente al prójimo.
Hay que recordar que están exentos de cumplir con el ayuno
las personas que estén enfermas, los viajeros que realizan
largas jornadas y las embarazadas.
Al tiempo que van transcurriendo los días de ayuno del mes
de Ramadán, sería conveniente recordar que no se trata
meramente de un mes durante el cual se prescribe solamente
la abstención de comer o beber durante una serie de horas al
día. Ramadán es un mes especial por varias razones; fue el
mes en el que le fueron reveladas las primeras ayats del
noble Corán al Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones
de Allah sean con él) en la soledad de la cueva de Hira.
De igual manera, Allah dice que éste fue el mes en el que el
Corán -la Palabra trascendente de Allah preservada desde la
eternidad en el Lawh Mahfud (La Tabla Preservada)- fue hecho
descender en su forma terrenal como guía para toda la
humanidad hasta la eternidad: “En una tabla bien guardada”
(Corán: 85:22).
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