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sociedad - LUNES, 30 DE JUNIO DE 2014


mezquita de ceuta. nicols.

religion
 

Comienza el Ramadán, uno de los cinco pilares del islam

Durante el mes sagrado de Ramadán los musulmanes ceutíes se sienten obligados a cumplirlo, siempre que sea posible
 

CEUTA
El Pueblo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Desde la noche del pasado sábado día 28 de junio, los musulmanes ceutíes están viviendo un mes muy importante, puesto que se trata de dar cumplimiento a uno de los cinco pilares básicos del Islám. El Ramadán es el cuarto pilar de la fe islámica y una de las características de esta religión tan extendida que es de las más conocidas entre las personas no musulmanas.

Aunque se recomienda en ciertos momentos del año, lo cierto es que el ayuno es la características más elocuentes de la fé islámica y se suele relacionar con el denominado Ramadán, uno de los cinco pilares del Islám.

Concretamente, el ayuno o sawm del mes de Ramadán es el cuarto pilar del Islám. Fuera de la lengua árabe, la palabra Ramadán designa más el propio ayuno que el mes en sí.

Durante el mes de Ramadán, que comenzó el pasado sábado por la noche, los musulmanes ceutíes se sienten obligados a cumplirlo, siempre que sea posible.

Se efectúa todos los días del mes desde que despunta el día hasta la puesta de sol y modifica notablemente la vida de los musulmanes mientras dura. En este sentido, supone una clara modificación de la vida diaria de los musulmanes. Los creyentes, incluso, viven más de noche y las personas se juntan -familiares, amigos, vecinos- para compartir la ruptura del ayuno.

Precisamente es un mes en el que muchos emigrantes musulmanes vuelven a sus países de origen para ayunar con los suyos, en parte porque se considera que el ayuno es más duro si se realiza en un entorno no musulmán. De hecho, la Operación Paso del Estrecho suele estar marcada por el inicio del Ramadán.

Cambian pues los hábitos alimentarios y se preparan, para la noche, alimentos específicos que suponen un gran aporte energético.

El Ramadán tiene siete condiciones. En primer lugar, hay que estar atento al comienzo del mes, siguiendo las fases de la luna. El Ramadán comienza con el noveno cuarto creciente y hay que procurar verlo en su primera noche. Quien no haya visto personalmente la luna, pero le sea confirmada su salida por alguna persona digna de su total confianza que haya sido testigo de la aparición del creciente, está obligado a ayunar al día siguiente.

La segunda condición es la intención. El musulmán debe hacer un acto de intención la primera noche que precede al ayuno con el objeto de hacerlo válido. La intención consiste en que tome claramente la decisión de ayunar al día siguiente (o el resto del mes según los que no exigen una intención diaria) cumpliendo con la obligación de guardar Ramadán. La intención debe ser concreta: no basta con decidir ayunar, sino cumplir estrictamente con el ritual del ayuno de ramadán.

La tercera condición es abstenerse de hacer llegar algo a propósito al estómago sabiendo que se está en ayunas. Ingerir algo, sólido o líquido, anula el ayuno. Como ‘beber’ y ‘fumar’ se dicen igual en árabe, se entiende que la abstención incluye el tabaco. Si no se hace a propósito o si se hace por olvido, no anulan la validez del ayuno.

En cuarto lugar se sitúa la abstención de mantener relaciones sexuales durante el ayuno. Al igual que la abstención de procurarse placer sexual en solitario, que es la quinta condición.

La sexta condición es abstenerse de provocarse el vómito. El vómito no premeditado no anula el ayuno. Finalmente, no agredir tanto verbalmente como físicamente al prójimo.

Hay que recordar que están exentos de cumplir con el ayuno las personas que estén enfermas, los viajeros que realizan largas jornadas y las embarazadas.

Al tiempo que van transcurriendo los días de ayuno del mes de Ramadán, sería conveniente recordar que no se trata meramente de un mes durante el cual se prescribe solamente la abstención de comer o beber durante una serie de horas al día. Ramadán es un mes especial por varias razones; fue el mes en el que le fueron reveladas las primeras ayats del noble Corán al Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) en la soledad de la cueva de Hira.

De igual manera, Allah dice que éste fue el mes en el que el Corán -la Palabra trascendente de Allah preservada desde la eternidad en el Lawh Mahfud (La Tabla Preservada)- fue hecho descender en su forma terrenal como guía para toda la humanidad hasta la eternidad: “En una tabla bien guardada” (Corán: 85:22).
 

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