Buenos días, Ceuta.
Sigo en Barcelona con mis cosas y con un tiempo cambiante a
cada momento.
Nos han invitado a una cena en uno de los sitios más
increíbles e insólitos de la Ciudad Condal: el Observatorio
Fabra, en la sierra de Collcerola, muy cerca del Tibidabo
(punto de referencia del turismo internacional).
Con unas impresionantes vistas de Barcelona desde lo alto de
la sierra que nos embelesa mientras cenamos sobrecogidos
ante la majestuosidad del viejo edificio del observatorio
astronómico y la cercanía del oscuro bosque que nos rodea,
creemos estar viviendo un momento de éxtasis y convierten la
noche en uno de esos momentos que quedan anclados en el
recuerdo permanentemente.
En este lugar que describo, dentro de los jardines del
Observatorio, suelen celebrar “El sopar de les estrelles”
(Cena de las estrellas), una combinación de cena con
divulgación científica, incluyendo visita al museo, a la
biblioteca y observando los planetas más importantes de
nuestro universo a través del magnífico telescopio montado
en 1904. Una deliciosa unión cultural entre la Astronomía y
la Gastronomía.
Celebran a lo largo del año el 250 aniversario de la
fundación de la Real Academia de Ciencias y Artes de
Barcelona, que es la propietaria del observatorio.
La única pega que tiene es la humedad, favorecida por la
cercanía de los árboles, que hace descender la temperatura y
con una solución que la resuelven con mantas a disposición
de los clientes, pero cenar con una manta encima… trae otros
recuerdos.
Según me van comentando mis compañeros de mesa, Barcelona
está innovando la cultura con este tipo de cenas al aire
libre que amenizan las noches.
Son muchos los lugares emblemáticos de la ciudad que
convocan actividades culturales, gastronómicas, conciertos y
conferencias en las noches estivales y pienso que se podrían
organizar en Ceuta, si es que no están organizados ya.
Con una fuerte y bien planificada campaña turística que
incluyera un paquete de ofertas con pasaje, estancia y cena,
incluyendo visitas culturales, se podrían abrir espacios en
el Desnarigado, en la fortaleza del Hacho (con permiso de
Defensa), situar terrazas alrededor de los torreones
dispersos por las colinas que nos separan de Marruecos, por
no hablar de las Murallas Reales y otros lugares
emblemáticos de nuestra ciudad y que resalte aún más el
calificativo de Perla del Mediterráneo… ubicando
restaurantes temporales en sitios inverosímiles y
organizando conciertos y conferencias.
¿Por qué no celebramos este tipo de actividades, incluso
dentro de la catedral, basílica de la Virgen de África,
iglesias de los Remedios, de San Francisco y del Valle,
etc.?, cenas que serían amenizadas con música sacra y
aderezadas con conferencias religiosas y demás. Es una buena
idea ¿no?
|