El ministro de Educación ha dicho
en su visita a nuestra ciudad que “si no mejoramos en la
competencia lingüistica en la etapa temprana será imposible
que mejoren los resultados académicos, por lo que somos los
primeros preocupados y los responsables de corregirlos” en
ambas ciudades autónomas. Esta declaración de intenciones se
produce sin que el ministro José Ignacio Wert diera
audiencia a la Junta de Personal Docente, a la que ignoró
durante su visita a Ceuta, pese a manifestar que “las
circunstancias geográficas, la diversidad sociocultural y la
evolución demográfica exigen del Ministerio y de los
docentes que trabajan en Ceuta y Melilla (únicos territorios
de su gestión directa), un esfuerzo” y un plus de
“compromiso y dedicación”. Exactamente, el mismo que él no
tuvo con los profesionales de la docencia en nuestra ciudad,
a quienes no dispensó la delicadeza de escucharles para que
le transmitieran, de primera mano, su versión sobre la
situación educativa en nuestra ciudad. Una falta de
entendimiento que es sintomática.
La oficialidad con la que se quiso revestir la visita
ministerial a una ciudad donde no se construye un colegio
desde los años ochenta, no ha estado exenta de las protestas
del personal docente, que ha sido ruidoso y se ha hecho
notar, tanto a las puertas de la Biblioteca Pública del
Estado como en el nuevo campus universitario. Dos escenarios
en los que el ministro tenía que haber sido más cercano a
los profesionales de la enseñanza, como sí hizo con un grupo
de profesores del colegio San Agustín que celebraban la
jubilación de un compañero en el Hotel Tryp.
Los políticos que huyen de la realidad, de la cercanía a la
calle, que no son capaces de escuchar a quienes pretenden
hacerle llegar sus opiniones, demuestran un talante muy
alejado de la realidad social y proclives a no afrontar la
problemática en firme.
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