Buenos día, Ceuta.
He vuelto a Catalunya para pasar unos días con la familia y
de paso hacer unas gestiones que estaban a medias. Nada del
otro mundo.
La primera visita, después la lógica a la familia, ha sido a
la Casa de Ceuta en Barcelona donde el reencuentro con
viejos amigos ha sido formidable.
Daba la casualidad que ese día, sábado, actuaban varios
grupos de baile llamado flamenco, y lo pasamos francamente
bien. Lo narro en otro artículo.
Hoy quiero escribir, desde mi retiro temporal en Mataró,
sobre el rey de España, el nuevo.
Me sorprende, para empezar, que este país tenga dos reyes y
dos reinas.
Un rey y una reina sin la llamada ‘sangre azul’, que reinan
pero no gobiernan y otro rey y otra reina que ni reinan ni
gobiernan. Peculiar en la era de los nini.
Con el rey Felipe VI hablé cuando aún no lo era y con el rey
Juan Carlos I hablé cuando aún no había abdicado.
Fueron en tres ocasiones, 1994, 1995 y 1996, durante la
entrega de los Premios Nacionales del Deporte en el palacio
Real de Madrid. Uno de los premios fue para mí, compartido
con otros cuatro presidentes de federaciones (1995) y
entregado por el rey Juan Carlos I.
Tanto con Juan Carlos I como con Felipe, Príncipe de
Asturias, intercambiamos unas palabras y la impresión que
recibí, la primera vez, es la de encontrarme ante una figura
muy retocada, el padre, con una textura más de figura de
cera que humana. Del hijo, tuve la impresión de estar ante
un jugador de baloncesto demasiado formal.
Aquellas fueron las únicas ocasiones en que ambos reyes se
dignaron dirigirme la palabra. Con quién más tiempo he
pasado charlando fue con la hermana de Juan Carlos I por eso
de estar en el mundo del deporte, aunque sea a través de los
caballos.
He seguido el discurso del rey, el que reina pero no
gobierna, y me ha parecido de cariz bastante analizado, para
quedar bien ante un público convencido de antemano.
Nos hace creer que habrá un nuevo ciclo en el país, pero
estará por ver si seguirá los mismos pasos que el rey que ni
reina ni gobierna, o se dedicará con la reina, de sangre no
azul, a recorrer los centros comerciales donde adquirir la
renovación del despacho regio, aunque no creo que se pasen
especialmente por uno de ellos por culpa del lema
publicitario sobre ‘la república independiente de tu casa’.
Para empezar, primero está usando la misma mesa de despacho,
del rey que ni reina ni gobierna, con ese tufillo del pasado
inamovible y segundo, paseó ante los ciudadanos, no súbditos
creo, subido en el viejo Rolls Royce propiedad de aquel
señor que había designado a dedo al rey que ni reina ni
gobierna.
Lo del fajín de capitán general de los tres ejércitos lo
dejaremos correr. Yo, al menos, no conseguí heredar de mi
padre su puesto en el Ministerio de Defensa, el rey que
reina y no gobierna lo hereda todo.
Si somos un país declarado oficialmente laico… no entiendo
que la primera visita programada de los nuevos monarcas sea
a la Ciudad del Vaticano, debería ser a la ONU. No tengo
nada contra el papa Francisco, al contrario me cae bien,
pero hay cosas mucho más importantes y preferentes que la de
recibir una bendición. El trono no ha sido una gracia de
Dios, sino una gracia del Gobierno, que tampoco, lo
confieso, me hace gracia.
Esto no quiere decir que yo sea antimonárquico… simplemente
que sea elegido por mayoría y tanto si es la monarquía como
la república, pues muy bien, a mandar.
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