El jueves, día 5 de este mes, la Hermandad de Nuestra Señora
del Rocío de Ceuta, inició, como lo lleva haciendo desde
hace veintisiete años, el caminar hacía esa aldea de Almonte
llamada El Rocío. La vimos pasar por las calles de esta
ciudad con su fervor, alegría y galanura que le es habitual.
En esta ocasión dos personas, a las que quiero mucho, se
sumaron a la aventura de esa romería cuyo trayecto tiene
nombre propio: “el camino”, que no necesitar apellido y
finaliza, después de muchos andares, con la presentación del
“simpecado” ante la radiante imagen de la Virgen. Les
acompañé hasta el embarque, característica peculiar de esta
hermandad y les fui a visitar a la aldea, cuando ya estaban
de recogida para volver a su Ceuta, nombre que ellos exhiben
con orgullo entre las ciento catorce hermandades filiales
(ella es la 77) y las muchísimas más que no lo son todavía.
Mucha fuerza tiene que tener la llamada, cuando entre ellas,
aparte de las procedentes de lejanos rincones de España, las
hay que vienen desde países tan lejanos como Brasil,
Argentina, Bolivia, Venezuela….
Debo confesarles que a mí, que procedo de una ciudad del
norte, me es de cierta dificultad, captar esas
manifestaciones de devoción tan normales en el sur español.
Es nuevo para mí encontrar un hueco en mi concepto de la
devoción para esa singular mezcla de oraciones y cantes, de
lágrimas y alegrías, de padecimiento y paz interior o de
rezar el rosario con tanto sentimiento y asaltar
violentamente una verja para “rescatar” una imagen que ya es
suya. Aunque mi juicio no debe ser tenido en cuenta, pues no
entiendo mucho de estos fervores.
Pero de lo que si entiendo, es de valorar a la gente, a la
que llevo observando muchas, ya demasiadas, décadas. Es
patente que algo sublime tiene esa devoción a una pequeña
virgen que llamándose, allá por el siglo XIII, “Nuestra
Señora de las Rocinas”, hoy la cristiandad la conoce como
“Nuestra Señora del Rocío”, adornada entre otras alabanzas
como “Divina Pastora” o “Blanca Paloma”, ha llegado a ser la
más importante romería mariana del mundo.
Algo especial entra en las almas de los que acuden, capaz de
convertir a una pequeña ermita, que mando edificar Alfonso X
El Sabio, en un despoblado lugar de caza, que ha sufrido a
través de su historia: un terremoto, la desamortización y
tres reconstrucciones, para llegar a convertirse, durante
cuatro días, en la tercera ciudad de España por habitantes,
tan solo Madrid y Barcelona lo superan.
Ese algo yo lo he visto en los romeros de la Hermandad de
Ceuta y a ellos, con aprecio, dedico estas rimas que espero
me acepten:
Ceuta va al Rocío
Virgen Pastora por sendas hispanas,
Blanca Paloma de la cristiandad,
te pedimos en la tierra africana
que poses tus alas en esta hermandad.
Haciendo el Camino, que el mar separa,
la Hermandad de Ceuta rezándote va
hacia esa ermita de paredes blancas,
donde sentir, Señora, tu majestad.
Al llegar y verte se turba el alma,
postrándonos sumisos ante el altar
te veneramos, Celestial Dama,
ofreciendo leales este cantar.
Virgen Pastora por sendas hispanas,
Blanca Paloma de la cristiandad,
te pedimos en la tierra africana
que poses tus alas en esta hermandad.
( Albi, Junio del 2014)
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