El ejemplarizante hecho que
protagonizó un policía local fuera de servicio salvando la
vida de un joven en el incendio de su vivienda, es un
exponente del sentido de la responsabilidad, la vocación
profesional y la valentía de quien puso en riesgo su propia
vida por salvar la de otra persona. Una labor abnegada que
es el referente de una actividad profesional que sabe mucho
de ayudas humanitarias y de servicio a la sociedad. En este
caso, que un agente fuera de servicio sintiera la llamada a
actuar como reclama su profesión, dice mucho en su favor y
en la de un colectivo dispuesto a sacrificarse por los
demás.
El arrojo que mostró el agente para introducirse en una
vivienda en llamas, a la búsqueda de una persona que se
encontraba inconsciente y que sin su intervención,
posiblemente hubiera fallecido, es síntoma de abnegación y
espíritu de servicio. Un instinto que no se aprende y que se
posee o no, porque en cuestión de segundos hay que adoptar
decisiones trascendentes y de riesgo que resultan decisivas.
Se requieren valerosos agentes como éste para poner a
disposición de la sociedad a quienes no dudan en aportar su
esfuerzo. Poco le importó sufrir lesiones (inflamación de
las vías respiratorias por inhalación de humo, conjuntivitis
ocular y quemaduras en los dedos de la mano), por su
decidida intervención.Una heroicidad que bien merece el
reconocimiento público por cuanto supone de ejemplo a
seguir. La vida requiere, a veces, de intervenciones de esta
naturaleza, para sopesar los valores de un Cuerpo y la valía
de sus hombres en momentos cruciales, donde la línea que
separa la vida de la muerte es tan sutil que, al más mínimo
fallo, puede decantarse de uno u otro lado. Esta vez, hubo
suerte. ¡Enhorabuena!
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