Está a punto de ser coronado Rey
de España, en los momentos más complicados que ha tenido la
Monarquía, en estos casi 40 años que lleva Juan Carlos I en
el trono.
Mentiríamos si dijéramos que la Monarquía hoy está en su
punto más alto, y no lo está por errores propios, alguno, y
por asuntos extrafamiliares que han puesto, en el
disparadero a la propia Monarquía.
Por eso, desde mi punto de vista, es el momento oportuno
para la coronación de Felipe VI, en el que la gente ve un
cambio generacional que irá muy a tono con lo que demanda
hoy la población.
Con todo, los problemas existen, y muy especialmente porque
ciertos demagogos, valiéndose de las nuevas tecnologías, son
capaces de arrancar el apoyo de aquellos que como no tienen
nada que perder hacen la “judiá” que se les indique para ver
si así pueden ganar algo.
Hacía tiempo que parecía que “el juego de las dos Españas”
estaba terminando, hasta que desde hace un par de meses ha
vuelto la idea esa de intentar matar la monarquía para
volver a establecer lo que sería la tercera república.
Y lo más lamentable de todo está en que se va repitiendo,
cada día un poco más, por parte de los izquierdosos
recalcitrantes que “en aras de la racionalidad democrática
se impone un referéndum sobre Monarquía o República”.
Si no lo veo no me lo puedo creer. Aquí parece que todo lo
que entre en el campo de lo puramente racional está en el
establecimiento de una nueva República.
Y seguimos con la nueva moda, para nada se quieren quedar en
el orden establecido, en las leyes existentes, en la Carta
Magna, que fue aprobada en referéndum por todos los
españoles, les pese a quienes les pese, y que ha sido la
Constitución que más ha ayudado a mantener el orden en todo
el país, incluso en los momentos más complicados.
Eso, sin embargo, para esta serie de aventureros que tratan
de romper todo lo que hay para marchar “rumbo a ninguna
parte”, parece que no sirve, que no vale ya y que una
monarquía parlamentaria, como la que tenemos, es del
paleolítico, época a la que querrán mandar, también, a
monarquías y democracias tan serias y bien asentadas como la
holandesa, belga, británica, sueca ... .En fin, que son
estos cuatro los que quieren establecer el orden del
desorden, las algaradas callejeras y todo lo que emborrone
la seriedad de la “marca España”.
Particularmente, nada debo a la Monarquía, es más, casi la
mitad de mi vida la viví en otro régimen, del que ya no
quedan muchos rastros y la Monarquía de Juan Carlos I ha
logrado modernizar el país, con las políticas de consenso de
los partidos serios y no con los que llegan a ver lo que se
puede cosechar. Algunos, cada vez menos, buscarían la
prolongación del franquismo, son los nostálgicos de lo que
no puede ser. Ahora mismo son tan pocos que caben en un
seiscientos y el sidecar de una vespa, pero en la parte
contraria, los que piensan en el Edén de lo que no pudo
lograr toda la URSS o de los que buscan la base en los
“inmortales” Castro o en el profeta de Venezuela, esos son
más, pero llevan la ruta tan cambiada como fue para los
países del “telón de acero”, en los años 50 y 60, cuando la
Europa del Oeste crecía y ellos seguían con el catecismo de
los Lenín o Stalin, con carencias de casi todo.
Ahora, la coronación de Felipe VI, un rey joven, dicen que
muy bien preparado, debe ser la continuación, pero para
mejor, de lo que trazó en su día su padre.
Es de suponer que no serán iguales, ni siquiera parecidos,
los reinados de uno y otro, pero ya sería suficiente con
que, especialmente, cara al exterior, sepa vender la “marca
España” como la ha vendido Juan Carlos I, porque les pese lo
que les pese a todos los republicanos juntos, jamás España
tuvo un embajador de la talla y categoría que lo está siendo
Juan Carlos I .
Tal como está hoy el mundo, rechazamos el mundo de las
algaradas y a sus promotores.
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