La puesta en marcha de los
comedores escolares para el verano donde el Gobierno de la
Ciudad ha mostrado sensibilidad social y voluntad política,
a la vista de las manifestaciones de los partidos políticos
adquieren diferentes enfoques: desde Caballas se recogían
firmas para su implantación para los más desfavorecidos y
desde el PSOE se recuerda que fueron ellos, a través de una
enmienda a los Presupuestos Generales del Estado en junio
del año pasado, los artífices a esta iniciativa que quieren
hacer extensiva también para los hijos de familias donde
trabajan los cónyuges o las monoparentales, aunque en estos
casos, pagando la plaza.
Con independencia que se puede entrar en la metodología a
emplear, tanto en la cobertura de plazas como en las
actividades escolares que se desarrollen e incluso, en el
campo de sus destinatarios, es obvio que el sistema admite
perfeccionarse y, por tanto, muchas variantes, por lo que
todas las opiniones son válidas en cuanto a sus
aportaciones, teniendo en cuenta que, a nivel
presupuestario, no es ilimitada la aportación que se
realice.
Al esfuerzo económico que ya viene prestando la Ciudad para
cubrir necesidades básicas de 7.000 personas, que se
cuantifica en 600.000 euros, se une en este caso de los
comedores escolares por importe de 550.000 euros. Cantidades
muy importantes que soslayan déficits alimenticios pero que
resultan desgraciadamente insuficientes. Siempre hay que
valorar las iniciativas desde un punto de vista razonable y
no con sentido demagógico. Los comedores escolares no son
sociales sino educativos pero requieren costearse con dinero
público de varios miles de euros.
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