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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE JUNIO DE 2014

 
OPINIÓN / COLABORACION

El precio de la coherencia

Por Sandra López Cantero


Hace casi un año que una pequeña parte de Ceuta le dio la espalda a la igualdad, a esa igualdad que predicamos en discursos preparados, vacíos y ausentes de verdad. Todavía recuerdo la llamada de esa mujer al partido para contarnos lo que nunca se tenía que haber retransmitido en la Televisión Pública de Ceuta, a un hombre predicando valores que atropellaban la dignidad y la igualdad de género.

¿Realmente existe algo o alguien que haga justificar la discriminación? No, y así lo entiendo yo, así lo entendió el PSOE de Ceuta, por eso desde mi Secretaría hice lo que cualquier partido coherente con sus principios, con sus ideales, con sus valores, con su programa, y con su lucha, hubiera hecho, denunciar.

¿Qué es la Violencia de Género? “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y/o física”

Por tanto, me reitero en lo que dije en su día, existen discursos que atentan contra la igualdad y los derechos de las mujeres, discursos que incitan a la Violencia de Género por tener que seguir un patrón de conducta denigrante y sumiso, discursos que promueven el género femenino como objeto sexual, sobre todo en nuestra cultura, y discursos que suscitan la desigualdad. Y es que, para mí es inadmisible que un Medio de Comunicación Público emita estos tipos de contenidos claramente discriminatorios por contradecir el articulo 14 de la Ley Integral contra la Violencia de Género y el articulo 36 de la Ley de Igualdad, y por obviar el Plan Nacional de Sensibilización y Prevención. No podemos permitir que en nombre de la religión, cualquier religión, se esconda un patriarcado que busca la sumisión de la mujer y el control sobre cómo tenemos que vestir, actuar o pensar. ¿Acaso algún que otro miembro de la Iglesia no ha dado algún mensaje homófono e inmediatamente ha salido el PSOE, o consejeros/as de RTVE, para denunciar? ¿Acaso no ha dicho el PSOE que romperá el acuerdo con la Santa Sede si sigue arremetiendo contra los derechos de las mujeres o intercediendo en la educación, por los debates de la LOMCE y la reforma del aborto?

Se ha luchado mucho estos años como para tener una actitud permisiva ante estos hechos, aquí no hay ambigüedad, medias tintas o peros, aquí hay contundencia, seguridad y firmeza. ¿De qué sirve decir que se trabaja para fomentar la igualdad y luego esconder la mano y sellar la voz?

Pero por ello tuve que pagar un precio muy alto, el precio del rechazo de una parte de la población que sigue empeñada en subordinar a la mujer, en controlarla y en condicionarla, el precio del silencio de quienes tenían y tienen el Gobierno de la Ciudad y, por tanto, están encargados/as de hacer cumplir la Ley, el precio del miedo, el precio de la costumbre y la fuerza del/la oprimido/a por mantener al opresor, el precio del interés que te impide ser libre, en definitiva, el precio de quienes deciden vivir entre algodones de falsedad con tal de no despertad a la fiera.

“He acusado las injusticias porque no quiero que mi silencio las absuelva”, frase de Clara Campoamor que hago mía ahora porque mi silencio no las/los absolvió, fue el perdón, el perdón de quienes reconocieron que no todo vale en esta vida, que las amenazas, el insulto y las vejaciones tienen consecuencias, consecuencias que tienen que seguir activas cada vez que alguien intente coaccionar nuestra integridad.

Por eso denuncié en comisaría, denuncié unos hechos que violaban mi dignidad y seguridad, denuncié los insultos, las calumnias, las amenazas, las injurias y el intento de humillación. Denuncié porque me dolió el hecho de que se me atacara precisamente por reivindicar la igualdad.

Creo en la libertad religiosa y en la libertad de culto y velaré para que se ejerza en igualdad de condiciones, pero esta libertad no justificará nunca la opresión, el poder, la discriminación y/o el patriarcado. Ni aquí, ni allí, en nadie, ni en nada.

Antes del juicio me vinieron muchas cosas a la cabeza, muchos recuerdos y vivencias, pero aún así había algo que estaba por encima de todo, la creencia de que no hay mayor logro que el reconocimiento y el perdón en el mismo medio donde se me atacó, por eso lo hago publico.

“Los extraordinarios logros de la mujer en todo ámbito de cosas han silenciado para siempre los argumentos bobos de la inferioridad de la mujer. Aquellos que continúan aferrados a este fetiche lo hacen porque odian ante todo que su autoridad se vea amenazada. Ésta es la característica de toda autoridad, desde la del amo sobre sus esclavos económicos hasta la del hombre sobre la mujer. No obstante, dondequiera que la mujer escape de su jaula, lo hará a largas zancadas, pasos de libertad.” Emma Goldman
 

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