El plato ideal para los
supersticiosos, y para los que no lo somos la decepción que
nadie podía imaginar, pero que sienta bien a los demasiado
optimistas.
El partido de la Selección Española, ante Holanda, debe ser
el calmante para todos aquellos que desprecian a los demás y
se creen que lo nuestro es lo único válido, aunque bien es
cierto que los últimos campeones del Mundo fueron los
jugadores de la Selección Española.
Y ahora, con el varapalo inapelable, muchos de los que
presumían de la camiseta con una estrella de cinco puntas,
tendrán que añadir, de momento, un golito a cada una de esas
puntas.
El viernes, aunque haya sido sólo un paso, el primero, se
vio quien es quien, y aunque hay tiempo de recuperar el
terreno perdido, ahora se tendrán que dar varios rebotes
para que España no se vuelva a casa, a las primeras de
cambio.
Y es cierto que esta selección ha ganado todo, ha dado
muchas satisfacciones y ha jugado, a veces, muy bien, pero
también es cierto que los años pasan para todos y que el
infierno está lleno de imprescindibles, algo que no parece
haber comprendido el seleccionador nacional, señor del
Bosque, que “se ha agarrado” a los suyos, y los suyos,
muchos de ellos, están ya en el camino de vuelta, con lo que
técnico y esos jugadores, al mismo tiempo, tendrán que hacer
las maletas para marcharse a su casa y dar paso a otros, con
más aspiraciones.
El tiempo pasa para todos, los triunfos a nivel de club
hacen que algunos se acomoden y la larga y dura temporada
para algunos de los equipos españoles ha hecho que jugadores
que estaban al máximo nivel hace un mes, ahora estén
agarrotados, pasados de forma y muy lejos de ser lo que, en
realidad, deberían ser.
Sólo así se explican los errores de Sergio Ramos, por
ejemplo, que unidos a los de otro de los pesos-pesados,
Piqué, jugador que no ha sido nada en todo el año y que no
debiera haber jugado, ocasionaron lo más sonado del
desaguisado que tuvo España en su cobertura.
Y he citado a estos dos, porque ellos, en forma, son
imprescindibles en cualquier equipo. Los otros dos de la
cobertura están ahí porque les han puesto, aunque todavía
falta tiempo para que tengan ese puesto por poseer una valía
contrastada y superior a otros, en el terreno de juego. Ahí
estuvieron y dieron la nota, de pasarlo mal.
Con todo esto, Casillas que, a pesar de la prensa que tiene,
no es ni de lejos lo que era hace dos años, hacía todo lo
demás para dar todo tipo de facilidades a los adversarios
holandeses.
Y si nos adelantamos un poco, en el centro del campo, vemos
que Busquets estaba pero no se veía lo que hacía, en tanto
que su colega de selección y de equipo Xavi parece que ya
está “formalizando los papeles” para, en el mundo del
fútbol, pasar a los ex, porque ya no es.
¿Qué más se puede decir? Que no había nueva generación, que
no había fuerza y que el capricho de meter de rondón en el
eje de la delantera a Costa ni aportó nada, ni hizo que el
equipo español diera la imagen de un Campeón del Mundo, más
bien lo contrario, al mostrarse como equipo ramplón,
desganado, deshilvanado y sin nervio. Fue uno de tantos,
pero de tantos de los de abajo.
Las cosas pueden cambiar, sin duda, pero el viernes es lo
que hubo, y algunos de los listos de la prensa de Madrid no
sé yo qué explicación van a poder dar, ante esta
humillación.
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