Es lo menos que podíamos buscar y
tener, como estamos teniendo hoy, mientras escribo, ya a
media tarde, en la fiesta de San Antonio.
Y pretendo no cambiar el guión, por lo que no iremos a
hurgar por ahí en ninguna parte, no vaya a ser que “estamos
teniendo un día tranquilo y venga alguien a j...”.
Que conste que ya hacía falta que durante unas horas,
cuantas más mejor, no tengamos que estar con la cantinela
esa que se viene repitiendo, con diversos nombres que parece
que pujan por ser más pícaros o estar más cerca “del tío
Picardías”.
San Antonio, que da fiesta a muchos ceutíes, a muchos otros
de mi pueblo, de mi comunidad autonómica y de toda España,
ha traído hoy para Ceuta, también, una merecida calma,
después de haber pasado, la mayor parte de la primavera,
enfrascados en lo que podríamos llamar “la casa de los
líos”.
Y no sé qué habrá habido en las inmediaciones de la ermita
del santo, pero nada me extrañaría que una simple paella,
seguro que peor que las que preparaba mi abuela, en aquellos
años de pocos recursos y racionamiento, puede volver a traer
la idea de que alguien haya tratado de hacer “mangas y
capirotes”, con lo que ya estaríamos otra vez “con la burra
a brincos”.
El buen tiempo, las largas estancias en la playa, atemperan
los ánimos, porque en las inmediaciones de cualquiera de las
playas hay poco de donde “echar la mano”.
He dicho que hay poco, y es cierto, pero no faltan quienes
empiezan a hacer las conjeturas del por qué unos sí y otros
no, pueden tener sus “chiringuitos” en esas playas.
Que sea lo que quiera, pero hoy San Antonio, que “debió ser
buena gente”, no nos incita a ir a buscar más carnaza, al
menos durante un día.
Al llegar a este punto, es posible que alguien,
especialmente de los que “tienen poder” en la iglesia, ya me
habrá marcado por esa frase mía en la que digo que “San
Antonio debió ser buena gente”, y no es que yo dude de San
Antonio, al que no conocía, por cuestión de edad, pero
viendo las últimas canonizaciones o “santificaciones”, no
sólo de San Antonio, sino también de San Isidro y de otras
docenas de santos podríamos tener razones enfrentadas sobre
sus bondades y sus comportamientos de buen hacer para todos.
He llegado más lejos de lo que me proponía en la
tranquilidad del día, en la calma en la “Santa Casa Madre”,
en la posible sabrosa paella, por supuesto gratis, y en todo
lo que va sucediendo, en un día que no es un día cualquiera,
porque estamos teniendo casi todos los establecimientos
cerrados, los servicios oficiales cerrados a cal y canto,
las navieras haciendo su medio agosto por el largo fin de
semana y los muchos desplazamientos al otro lado del
estrecho, así como ciertas enseñas y adornos en el
Ayuntamiento, advirtiéndonos que, al menos para esa Casa,
hoy es “fiesta de guardar”.
Los políticos hoy habrán estado tranquilos, los del poder y
los de la oposición, pero me da la impresión de que no han
sido muchos los que pueden haber subido a saludar al Santo
y, de paso, a buscar unos cuantos votos. Mohamed Alí, por
ejemplo, nada habría hecho en una romería muy lejana a sus
principios, Aróstegui poco debería pintar allí, al ser un
terreno no abonado a los alborotos de los que él es siempre
el adalid, a Carracao tampoco lo veo yo muy metido en
ceremonias procesionales y en cuanto al alcalde, en otros
tiempos, hubiera necesitado 20 manos para poder saludar a
todo el personal, ahora sus andaduras por la calle no son
tan celebradas, con lo que va esquivando las aglomeraciones.
Así va transcurriendo el día de San Antonio, un día de
fiesta en Ceuta.
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